Capitulo 1

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Elisa no podía estar más satisfecha con su look. Su vestido rojo ajustado brillaba bajo las luces de la ciudad, y el coche que la llevaba —un Uber negro y lujoso— deslizaba por las calles como si el propio destino estuviera ansioso por verla llegar. Esta era la noche de la gran fiesta, donde todos los "quién es quién" de la alta sociedad estarían presentes, y, por supuesto, Elisa planeaba robarse todas las miradas.

Sin embargo, cuando el coche se detuvo, algo no cuadraba. Miró por la ventana, y en lugar de las luces brillantes y la música que esperaba, vio un edificio sombrío, con un letrero medio torcido que decía "Lecturas Espirituales Madame Zenobia."

—¿Qué es esto? —preguntó, asqueada, al conductor mientras bajaba la ventana.

—Este es el destino que me marcaste —respondió el hombre, encogiéndose de hombros—. ¿Seguro que no es aquí?

Elisa bufó y decidió que tal vez valía la pena entrar, solo para asegurarse de que alguien pagara por el error. Además, su curiosidad la picaba un poco. Bajó del coche con su mejor pose de "supermodelo enojada" y, con paso firme, cruzó la puerta del extraño local.

Dentro, la luz era tenue y el aire olía a incienso barato. En una pequeña habitación al fondo, una mujer mayor, envuelta en telas color púrpura y dorado, estaba sentada frente a una esfera de cristal. Elisa se detuvo un momento, a punto de dar media vuelta, pero la mujer levantó la vista y, como si la hubiera estado esperando, la invitó a pasar.

—Bienvenida, querida —dijo la mujer con una sonrisa enigmática—. ¿Estás lista para descubrir tu espíritu animal?

Elisa alzó una ceja. Esto no era lo que tenía planeado para su noche, pero algo en la situación le resultaba tan ridículo que decidió jugar el juego.

—Claro, ¿por qué no? —dijo, con una sonrisa que no ocultaba su burla—. Aunque te aviso, seguro que es algo fabuloso. ¿Pantera? ¿Leona tal vez? Algo con mucho estilo, ya sabes.

La mujer asintió y movió las manos sobre la esfera, murmurando palabras que Elisa no entendía (ni le importaba). Después de unos momentos de silencio dramático, la mujer finalmente la miró fijamente.

—Tu espíritu animal es... un elefante.

Elisa soltó una risa abrupta, incrédula.

—¿Perdón? ¿Un elefante? —repitió, pensando que la mujer se había equivocado.

—Sí, un elefante —confirmó la vidente—. Representa tu insaciable avaricia. Deseas tenerlo todo, cargar con todo, pero al final eso es lo que te aplastará. Te has vuelto lenta, incapaz de avanzar realmente, arrastrada por tu necesidad de poseer más y más.

Elisa parpadeó, sintiendo cómo la indignación la invadía.

—¡Esto es ridículo! —gritó, poniéndose de pie—. Yo no soy ningún elefante. Esto debe ser un mal chiste. Voy a esa fiesta, y no pienso perder más tiempo aquí.

La mujer solo la observó con una sonrisa calmada mientras Elisa salía apresuradamente del lugar, agitando su bolso y murmurando insultos para sí misma.

De camino a la salida, Elisa empezó a sentir un malestar extraño. Al principio lo atribuyó a los nervios por la fiesta o al mal gusto de la experiencia, pero cuando intentó pedir otro Uber de vuelta a su lujoso departamento, se dio cuenta de que algo estaba realmente mal. Sudaba, su piel se sentía extrañamente tensa, como si la ropa se le estuviera quedando pequeña. Le hizo una seña a un taxi, este se paró y ella sin dudarlo regresó a su departamento.

Al llegar a su edificio, apenas pudo salir del coche. Al subir las escaleras, el vestido que antes le quedaba perfecto ahora la apretaba incómodamente. Este se empezó a subir lentamente por sus caderas mientras se hundia levemente en ellas, su tetas poco a poco se desbordaban por su pronunciado escote, una linda barriga se presentaba en su abdomen tensando el vestido. Entró en su apartamento, jadeando ligeramente, y se miró en el espejo de cuerpo entero que adornaba su sala. El reflejo la dejó paralizada.

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⏰ Última actualización: Oct 26 ⏰

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Elly la ElefantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora