Dirección a coger el avión hacia un nuevo lugar

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Ese día, mientras se encontraba en el aeropuerto, sentía que estaba a punto de dar un salto gigantesco hacia lo desconocido. Argentina. El nombre resonaba en su mente como una melodía nueva. Era un país lleno de promesas, pero también de incertidumbres.

La despedida en el aeropuerto había sido emocionante y a la vez desgarradora. Sus padres la abrazaron con fuerza, como si intentaran infundirle todo su amor y apoyo en esos últimos momentos juntos. “Recuerda que siempre estaremos contigo, aunque estés lejos”, le dijo su mamá, con una sonrisa que intentaba ocultar las lágrimas. Su papá también le dio una palmadita en la espalda, como si eso pudiera darle el coraje necesario para afrontar lo que venía.

Mientras Mercedes caminaba hacia la puerta de embarque, sentía una mezcla de miedo y emoción burbujeando en su estómago. Había estado esperando este momento durante meses, pero ahora que estaba aquí, la realidad comenzaba a calar hondo. ¿Qué pasaría si no lograba adaptarse? ¿Y si extrañaba demasiado su hogar?

Se sentó en una de las sillas del aeropuerto y sacó su diario. Era el lugar donde guardaba sus pensamientos más profundos y sus sueños más locos. Con cada palabra que escribía, trataba de calmarse. “Hoy es el comienzo de algo nuevo”, escribió. “Argentina me espera y yo tengo que estar lista para recibirla”.

Al mirar por la ventana, vio aviones despegando y aterrizando; cada uno llevaba consigo historias diferentes. En ese momento, se dio cuenta de que ella también estaba a punto de escribir su propia historia. La idea le dio un pequeño empujón de valentía.

Finalmente, llegó el momento de abordar el avión. Mercedes se sentó junto a la ventana y mientras el avión rodaba por la pista, sintió un nudo en la garganta. La emoción era palpable; estaba dejando atrás todo lo conocido para embarcarse en una aventura que cambiaría su vida.

El despegue fue impresionante; sintió cómo el avión se elevaba hacia el cielo y, con él, sus miedos parecían desvanecerse poco a poco. Miró hacia abajo y vio cómo su ciudad se hacía pequeña hasta desaparecer entre las nubes. En ese instante comprendió que no solo estaba volando hacia un nuevo lugar físico, sino también hacia nuevas posibilidades.

Mientras volaba sobre océanos y montañas, pensó en todo lo que le esperaba: nuevos amigos, cultura vibrante, comida deliciosa… ¡y tango! La idea de aprender a bailar esa danza apasionada hizo que una sonrisa se dibujara en su rostro.

A medida que el vuelo avanzaba, Mercedes comenzó a reflexionar sobre sus sueños: quería ser artista. Quizás este viaje sería la chispa que necesitaba para inspirarse y crear algo verdaderamente especial.

Cuando finalmente aterrizó en Argentina, el aire cálido la envolvió como un abrazo acogedor. Con cada paso que daba por el aeropuerto, sentía cómo empezaba a florecer esa nueva versión de ella misma: más valiente y lista para afrontar cualquier desafío.

Las luces brillantes y los sonidos vibrantes del nuevo lugar llenaron su corazón de emoción. Estaba lista para explorar este mundo desconocido y descubrir quién era realmente lejos de casa.

Así comenzaba su aventura: con una maleta llena de sueños y un espíritu abierto a todas las sorpresas que la vida tenía reservadas para ella.

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