Mucho más que a un amigo...

488 46 2
                                    

Que Martin era un mal paciente lo sabía todo el mundo, lo sabía su madre cuando nació y no paró de llorar hasta que se fueron del hospital; sus mejores amigas, Chiara y Ruslana, que cuando le sacaron las muelas del juicio, estuvo tres semanas hablando de ello; pero sobre todo lo sabía su compañero de piso y mejor amigo Juanjo, que lo cuidaba cada vez que estaba enfermo y lo acompañaba siempre al médico u hospital.

Si había algo que llevase peor Martin que estar enfermo, era tener que ir al médico, desde pequeño siempre le tuvo pánico, e incluso ahora con 22 años seguía igual. Por eso se alegró mucho cuando hace 4 años conoció a su compañero de piso y supo que estaba en segundo año de enfermería. Juanjo Bona era un chico alto y muy atractivo, o eso fue lo primero que pensó Martin en cuanto entró por primera vez al piso que compartían y se lo encontró discutiendo por teléfono con la compañía del WiFi.

- Perdón por esto, tu debes de ser Martin Urrutia no?

Aquí comprendió a lo que se referían en los libros cuando hablaban de quedarse embobado mirando a alguien, aunque rápidamente se dio cuenta de que le estaba viendo fijamente y aún no le había respondido.

- Sisisi, soy Martin, sin tilde, me alegra saber que por una vez no tengo que corregir a alguien al decir mi nombre - Martin era consciente de que posiblemente su cara estuviese igual de roja que la térmica que llevaba puesta, simplemente esperaba que el otro chico no lo notase mucho. - Y si no me equivoco tu eres Juan José Bona?

- Encantado, pero puedes llamarme Juanjo. Juan José solo me lo llaman mis padres cuando están enfadados.

La conexión fue instantánea, y ahora 4 años después eran la persona favorita del otro, aunque puede que no de la misma manera.

Juanjo ya hacía más de un año que había acabado la carrera de enfermería y se encontraba trabajando en un hospital en Madrid. Ganaba lo suficiente para vivir bien y a la vez poder pagarse su formación en canto y otras modalidades artísticas, que eran su verdadera pasión. Por otro lado tenemos a Martin que había acabado justo este año su formación en la RESAD y se encontraba preparando un estreno muy importante para dentro de 2 meses donde él era el protagonista. Por los motivos que sea todo lo que estaba detrás de esta producción lo mantenía en secreto, e incluso Juanjo que estaba acostumbrado a ensayar los guiones con él no sabía nada.

Volviendo a la actualidad Martin acababa de salir de una intervención quirúrgica, una apendicectomía. Llevaba desde la mañana con un dolor intenso en el abdomen que no dejaba de ir a más. Cuando Juanjo llegó a casa se extrañó al encontrárselo hecho una bolita en el sofá y ver que no había comido nada de lo que le había dejado preparado. No miento si os digo que para convencer a Martin para ir al hospital tuvo que recurrir a meterle miedo e igual exagerar lo que le estaba pasando. Pero en cuanto allí le confirmaron que era apendicitis se alegró de haberlo hecho porque sí que podría haber resultado en algo grave.

Martin ya se encontraba en su habitación tras la operación y Juanjo estaba a su lado esperando a que despertase. Una de las ventajas de ser enfermero es que podía aprovecharse y estar ahí para su mejor amigo aunque realmente su turno hubiese acabado hace varias horas. Se negaba a dejarlo solo porque sabía la angustia que le generaban a Martin estos lugares, y por una extraña razón, la única persona que hacía que estuviese calmado estando en un centro de salud era Juanjo.

Cuando Martin empezó a abrir los ojos se notaba que el efecto de la anestesia aun no había desaparecido. Juanjo pensó en lo gracioso que sería grabarlo en este estado porque sabía lo que una persona anestesiada era capaz de decir, pero nunca se imaginó que acabaría grabando una confesión que cambiaría su vida.

- Hola bigotes, qué tal estás?

- Hola, dónde estoy?

Martin estaba aún bastante confundido y no terminaba de ubicarse.

Confesión olvidadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora