❝¿Algún día lo sabrá? ¡Cada noche lo espero, con el corazón en la mano, esperando que me vea como yo lo veo a él! ❞
El cobalto siempre cumplía con su trabajo como marinero, pero cada noche, sin falta, se escapaba a la cafetería para ver al lindo aza...
Era de noche y por la ventana se podía observar el cielo nocturno, era el momento correcto para cerrar el área de la cafetería.
Solamente le faltaba limpiar las mesas en las que diferentes personas habían disfrutado de algún delicioso postre o café.
Se sentía un poco solo, lo cual era de su agrado estarlo, sin que nadie lo molestara.
Tomaba pequeñas migajas de algún postre que había sobrado en sus anteriores órdenes, o incluso granos de café.
Sintió una gota suave caer sobre sus púas, se dirigió a la ventana para poder observar, y estaba lloviendo, amaba escuchar el sonido calmante de la lluvia.
—¡disculpe! —su oreja se movió sutilmente al escuchar una voz. —perdoname por el horario tan tarde.
—no te disculpes... Se muy bien que quieres, así que desde unos minutos antes de que vengas lo tengo preparado para ti.
El azabache le entregó un latte, porque sabía que el contrario los amaba, aunque este siempre tenía una lista de diferentes pedidos.
Un pequeño corazón era formado por la espuma.
—también te había preparado unos rollos de canela... Pero me los comí yo. —el contrario beso sus mejillas sonrojadas.
—no te preocupes por eso. —rió.
Su corazón latía como nunca, ambas mejillas eran adornadas de un lindo color carmín, compartiendo el mismo sentimiento de amor, aun que ninguno lo sabía aún.
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