Aquellos que observan

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El cemento y la piedra se encontraban llenos de vida gracias a las enredaderas, que servían de hogar para múltiples miriápodos e insectos. Las plantas, así como los árboles, se alimentaban con los primeros rayos de sol del mediodía. Se respiraba un aire limpio, húmedo pero cálido. Reinaba un ligero silencio, a veces perturbado por los pasos de algún pequeño animal.

Arriba, más allá de las nubes, mucho más arriba, más allá de planetas y estrellas, una mirada calmada y melancólica observaba el escenario. Una presencia de la misma naturaleza alzó su voz. —¿Estás absorto porque los añoras, o preguntas al olvido qué fue de ellos?— No era posible escuchar las palabras, pero sí sentirlas. —"Qué fue" no; qué está siendo de ellos. Al principio, su surgimiento causó, no solo en mí, una curiosidad alimentada por el interés; su apogeo me dio la misma alegría que ellos mismos sentían, pero brotó en mí decepción y tristeza cuando empezaron el camino hacia su fin.— Su mirada se dirigió hacia su semejante. —Pero evitaron su destino. No han sido olvidados, han trascendido a seres mas allá de su propia comprensión, pues pese a no poder verles, sé que siguen aquí, y yo aún los recuerdo.

Aquellos que observanWhere stories live. Discover now