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El cálido aroma del invierno, atravesaba su ropa, debía llegar temprano a su hogar, seguramente el se encontraba ya allí. Por la mañana él había preparado el desayuno, había sido la primera vez que en mucho tiempo que alguien lo hacía por ella; una sonrisa apareció en su rostro. Tal vez, el haber llegado a esa fiesta no había sido coincidencia.

Usualmente, ella nunca se arreglaba y mucho menos para salir, había odiado que Jennie la obligará, ya que su duelo de cinco meses había sido suficiente para tenerla encerrada.

El frío era insoportable, pero sus pies estaban cubiertos por sus botas de cuero, su cuerpo por el gran saco que era de él mismo, se lo había dado por la mañana para que ella se fuera abrigada. Sonrió de nuevo, él era increíblemente guapo, después de su ruptura, había olvidado lo que era ser amada, tocada o deseada.

Pero unas noches anteriores, él hizo lo que ninguno había hecho con ella, estaba viva.

Entró por la puerta desgastada y subió las escaleras lo más rápido, había hablado con él todo él día, sus mejillas estaban rojas y calientes por la emoción, abrió la puerta; le había dejado las llaves para que el también entrará.

Era absurdo la completa confianza que había creado en ella, solo hablaron por meses; basto que él la escuchará para que ella se sintiera querida.

Quitó su saco y botas que estorbaba, se dirigió a su sala, más no estaba, arrugó su entrecejo y caminó a su habitación; vacía, completamente vacía, suspiró.

Trató de calmarse, él dijo que llegaría y ella le creería, no con cualquiera se habla todo el día, y no con cualquiera le entregas tu virginidad luego de hablar con él y serle completamente sincera. Y no cualquiera, te dice que desea estar a tu lado, y que el amor que crece por ella cada día en aquel día de lluvia durante el acto, se vuelve una mentira piadosa.

Escuchó música en la cocina, sonrió, sabía que canción era, pues el amaba cantarle cuando ella llegaba, en los siete meses que llevaban conociendolo, sabía más que nada lo mucho que amaba cantar.

Al abrir la puerta, lo encontró cocinando, él era tan...

Inesperado.

Se giró hacía ella cuando escuchó la puerta ser abierta.

-. Hola, bonita.- Ella se alegró casi de inmediato.

Corrió a su encuentro como una hija a su Padre y él le recibió gustoso.

-. Vaya que si me extrañaste.- Ella solo asintió con su cabeza.- Bueno, yo también te extrañe, demasiado a decir verdad.- Alzó sus grandes ojos y se encontró con un océano oscuro.

-. No creo que más de lo que te extrañe.- Sus labios carnosos, fueron el foque de su atención.

-. Tanto que podría devorar esos labios ahora mismo, sin piedad, deseo tenerlos sobre mi cuerpo.- Su sonrisa pícara apareció, aún no se acostumbraba a esas palabras que salían de sus labios, era diferente, siempre aparecían; a veces le incomodaba que se expresará así, más no le tomó importancia, llevaban viéndose tres meses así, en su apartamento.

-. Jungkook...- Susurró, ella aún no sabía cómo corresponder.

-. ¿Qué? ¿Aún no te acostumbras? Ya lo harás.- La cargó y la colocó sobre la isla.- Mis palabras solo dicen verdad, mis manos desean poseerte, desde la primera vez que toque tu cuerpo, me he imagino tantas cosas...- De nuevo ese sonrojó.

-. Basta...- Miró hacía otro lado, y él apagó la estufa, para enredar su cadera en sus largas piernas. Ella salto levemente, sus manos tomaron sus glúteos y lo acercó más a él, sintiéndose acelerado, sin embargo ella por primera vez no deseaba aquello, nunca lo había rechazado, nunca le había puesto un alto, a todas las veces que llegaba él o ella del trabajo; nunca le puso alto a sus deseos e imposiciones; aunque no quisiera o estuviera cansada. Para ella, era importante que él disfrutará.

Más nunca pensó en ella.

La besó de la misma forma que siempre lo hacía y de inmediato empezó a tocarla, desesperado, deseaba estar con ella, deseaba poseerla, la deseaba más que nada.

Entonces sus manos bajaron a su pantalón, estorbaba, pero esta vez, ella lo detuvo.- Hoy...hoy no, hoy solo deseo estar contigo acostada, viendo una película. Disfrutar de ti, sin necesidad de esto.- Su mirada, en mucho tiempo cambió, ya no era dulce o llena de picardía.

Se alejó de ella y asintió, para seguir en lo suyo, dejándola sentada en el mismo lugar, ella trató de calmar a su mente, él seguramente no había tenido un buen día, se acercó bajando de la isla y lo abrazo por detrás. - Perdona, no pensé en ti, si deseas podemos hacerlo.- Él negó, para saltarse y caminar hacia los platos ya colocados, sirvió la cena, todo bajo su atenta mirada.

-. Esta bien Lisa, no tienes porque hacerlo si no quieres...- Tomó los platos y se dirigió al comedor, ella le siguió.

-. Ya te dije que si quiero, vamos  dejemos eso y...- Él la calló.

-. Ya no, dije que ya no, no insistas, no tienes porque hacerlo.- Se sentó y empezó a comer, Lisa se sintió tan patética, seguramente él ahora se iría a causa de sus berrinches, ella solo tenía veintidós y él ya estaba por los treinta. Deseaba ser igual con las que había estado, quería ser madura y especial para él, se acercó tocando su espalda, sabía cuál era su punto débil, entonces colocó la mano allí y la movió con suavidad; no sentía nada, pero fingió solo para que él estuviera contento.

Sus ojos brillaron de nuevo, entonces se levantó.- Lisa, no me tientes, sabes que cuando haces esto, no quiero parar y lo haré toda la noche sin detenerme.- Ella asintió mientras sus manos tomaron su cintura.

-. Hazlo.- En unos segundos ya estaban besándose y dirigiéndose a su habitación, estaba cansada, su mente le pedía a gritos que debía parar, que esta vez no estaba físicamente preparada y su cuerpo quería descanso, pero su ropa pronto no estaba, y su enorme cuerpo la cubrió; mientras la embestía con fuerza, sus lágrimas cayeron, ella estaba haciendo bien ¿No?

Esta vez, él no se iría, está vez, él no la dejaría por otra en busca de lo que no le daba ella.

Una y otra, y otra vez, hasta que al fin pudo ver la luz del sol, su cuerpo temblaba, no de placer; si no de dolor y tensión, el estaba a su lado, al fin dormido. Sus ojos veían hacia su ventana húmeda; entonces él susurró algo, que no espero escuchar, algo que quebró su corazón.

-. Rosie...- Había hablado entre sus sueños.

Giró su rostro hacia él, sus lágrimas cayeron de nuevo, está vez con fuerza, él estaba dormido.

-. Solo tu...solo tú puedes.- ¿Qué?

¿Sólo ella qué?

Miró hacía el techo, mientras tragó sus gemidos.

Recordó entonces por la mañana lo que su amiga había dicho.

"
-. ¿Me estas diciendo, que llevabas tres meses viéndose de forma no amistosa, y no ha formalizado? Amiga, Yoongi al mes de hablar me pidió matrimonio. Por favor, no dejes que pase a más, si el te ama de verdad, por lo menos te pedirá ser su novia y formalizar, y si no es así, solo está pasando el rato contigo.-

-. Jennie, él solo busca estar conmigo, no creo eso de los tres meses, ya me lo pedirá a su tiempo, el también ha cortado con su novia.- Suspiró.- Está dolido seguramente.- Su amigo rodó los ojos.

-. Lisa, ¿sabes a caso algo más de él? Solo te habla de su ex ¿no? .- Ella asintió.-

-. Si, pero también hablamos de muchas cosas.- Jennie se acercó a ella y tomó sus manos.

-. ¿Él a veces suele compararte con ella? - Eso fue como un balde de agua fría, recordó todas las veces que hacía comentarios sobre cómo ella era diferente a su ex, pero ella terminaba siendo mejor, poco a poco, se convirtió en lo que él quería.

-. Yo...- Paso saliva, su amiga solo negó.

-. Lisa, sal de ahí ahora mismo, antes de que sea demasiado tarde, ya le entregaste todo, no le des tu corazón y la oportunidad de destrozarte.-  "

Esas palabras resonaban en su cabeza, mientras lo veía sonreír y acercarse a ella nuevamente, está vez, sin poder negarse, por qué su estúpido corazón tomaba parte de sus decisiones.

Y esta vez, no sabía cómo parar.













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WILDFLOWER {Liskook}Where stories live. Discover now