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Riku realmente no se quejó con su padre.
Esto hizo que el joven Alfa se sintiera confiado, cómo si tuviera el control sobre su pequeña madre.
Pero, en realidad, Riku era muy dócil. Siempre y cuando Sion no lo molestara demasiado, haría todo lo posible por ser una 'madre' amable con su ropa de diseño.
🧸🤍🍼
Sion abrió la puerta con un golpe, asustando a la figura de Riku sentado en su banco de trabajo, quien giró la cabeza sorprendido. Después de ver que era el joven Alfa, se relajó visiblemente un poco, diciendo: —Sion, deberías moverte con más suavidad.
—¿Me estás educando?
—...
Sion sonrió, adelantándose para mirar la muestra de ropa de bebé que había en la mesa de trabajo, y luego, observó más de cerca el atuendo que Riku vestía ese día: un camisón blanco y suave de algodón y lino con cuatro pequeños botones en el pecho, dos de los cuales estaban en ese momento desabrochados, dejando ver un poco de la piel blanca abajo de su cuello. Mirando su pecho, aunque el material era muy ligero, no se podían ver los pequeños pezones sobresalir por ninguna parte.
Sion hizo un puchero y se inclinó frente a Riku: —Madre lleva hoy sujetador, este hijo no puede ni ver sus pezones.
El rostro de Riku se sonrojó en cuanto escuchó estas palabras, miró a Sion y dijo: —Hablando tan descuidadamente.
Sion susurró: —No quiero distanciarme de ti, quiero que mi pequeña madre sepa lo que piensa su hijo en todo momento.
Riku sabía que no podía disuadirlo, así que empujó el hombro del joven Alfa y miró hacia otro lado: —Vete.
—¿Quieres que me vaya? Pero sigo teniendo hambre.
—Tú...
Sion sonrió mientras se levantaba, inclinándose más hacia Riku y presionándose contra su pecho: —¿Madre quiere alimentarme aquí, o quiere ir a la cama?
Riku se quedó boquiabierto, y entonces, fue presionado por Sion en los hombros, medio obligándolo a levantar la cabeza. Sus labios se abrieron ligeramente, pero no salió nada de ellos. Riku se había quedado sin palabras. Los botones de su pecho fueron desabrochados hábilmente por el joven Alfa con una mano, uno, dos... Las solapas se abrieron de par en par para revelar un ajustado sujetador de color melón. Eran dos piezas redondas de sujetador tipo parche para el pecho muy delgados, pero estaban bien ajustados, y el material del interior absorbía cualquier derrame de leche.
Los dedos de Sion siguieron el borde del parche para quitar el suave sujetador con forma ovalada, y los suaves y rojos pezones salieron al instante, temblando y agitándose; eran tan redondos como un par de cerezas rojas.
El joven Alfa miró hacia abajo, observando el sujetador que tenía en la mano: la capa interior hacía tiempo que estaba empapada de leche, y sin necesidad de acercarlo a su nariz para olfatearlo, ya podía oler que apestaba a leche.
Sion bajó la voz y dijo seductoramente: —Si me tratas por igual, también deberías alimentarme todos los días. Incluso soy más grande que esos dos pequeños, así que deberás alimentarme más.
—Deja de jugar conmigo. —el costado de un seno de Riku fue agarrado violentamente por la palma de Sion. Su respiración se entrecortó y su cara se sonrojó ligeramente mientras levantaba la mano para agarrar la muñeca del hombre.
Sin embargo, su fuerza no era rival para la del Alfa, y los movimientos de Sion no se vieron afectados en lo más mínimo, su pulgar e índice incluso pellizcaron de cruel manera el enrojecido pezón de Riku. Al momento siguiente, los labios del joven se acercaron y volvió a besar la punta de la teta de Riku, mordiendo el jugoso pezón blanco y lechoso con su boca.
—Hmm... —la mano de Riku agarró la muñeca del joven y empujó su hombro con la otra, pero la leche siguió saliendo a borbotones por la feroz succión y, por un momento, los únicos sonidos que se escucharon en la silenciosa habitación fueron la deglución de Sion y el leve jadeo de Riku.
Había algo en la leche con sabor a helado de vainilla de Riku que a Sion le encantaba.
O mejor dicho, le fascinaba aún más la sensación de chupar y morder los pezones de Riku, succionando la leche de las blancas tetas del Omega. Sion levantó los ojos para encontrarse con la mirada aturdida y acuosa de Riku, quien tenía sus mejillas embriagadoramente sonrojadas, y no pudo evitar querer morder un poco más fuerte.
Incluso quería follarlo.
Pero en lo más profundo de su ser, seguía siendo un hombre con un ligero sentido de la decencia y la responsabilidad.
No quería hacerle algo más escandaloso a su pequeña "madre", no porque le temiera a su padre, sino porque no quería hacer demasiado miserable a Riku; una esposa infiel siempre sería impopular con su marido aunque se hubiera visto obligado a engañar.
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