Hogar - Capitulo Unico

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Notas de la autora: hola hermosas Aurocesar shipper. Hoy por la mañana una chica me envió un mensaje pediendo la versión en español de esto fanfic, soy brasileña y no soy tan bueno con el español entonces les pido disculpas por cualquier error. Quiero dar las gracias a mi amiga Chiara que hizo la corrección del texto, gracias por todo nena.
¡Espero que les guste este pequeño fanfic que hice con mucho amor y cariño! Se les guste me digan en el comentario ❤️ besos.

Hogar

El baño que había tomado no parecía haber eliminado toda la agonía de cada parte del cuerpo de Aurora, que podría haberse calmado por el efecto de la medicina que había tomado, pero aún no parecía capaz de calmar su mente al cien por cien. Podía sentir las manos sobre ella, la imagen del hombre sobre su cuerpo seguía volviendo a su mente con cada ojo cerrado, impidiéndole obtener el descanso que su cuerpo parecía pedirle.

Con la cabeza relajada contra el respaldo de la cama, abrazó aún más fuerte la almohada contra su pecho, mirando fijamente la pared frente a ella, intentando difuminar su mente. No se dio cuenta cuando Julio entró en la habitación, ya cambiado con el pijama puesto y dispuesto a acompañarla en la cama. Había decidido quedarse a dormir, sabía que Aurora necesitaba de su apoyo y no podía dormir tranquilo sabiendo que ella estaba lejos necesitando su cuidado.

— ¿Mi amor? — le gritó mientras se sentaba en la cama, temeroso de hasta dónde debía llegar.

— Creí que no volvería a vivir aquella pesadilla... Fue horrible, mi amor. — lloriqueó mientras se giraba hacia él, sintiendo cómo la emoción la invadía de nuevo.

— ¡Esta vez no ha pasado nada! Estoy aquí contigo y te dije que siempre te protegería. — Le acarició el pelo, tratando de consolarla en cierto modo.

— Estaba muy asustada. — confesó ella, acercando su cuerpo al de él, buscando el calor acogedor que sólo él tenía. — Gracias a Dios que llegaste a tiempo. No sé qué habría sido de mí si no hubieras aparecido.

— Nunca volverás a estar sola, ¡haré todo lo que esté a mi alcance para protegerte! Eres mi bien más precioso, no puedo perderte. — declara, estrechándola entre sus brazos y besándole la cabeza.

— Te quiero mucho, Julio César. — susurró, abrazándolo con fuerza.

— ¡No podría soportar la culpa si te hubiese pasado algo! No te imaginas la desesperación que sentí cuando me dieron la noticia de que ibas a ese lugar, esos anónimos son trampas, está claro que están jugando contigo.

— Yo dije que nos fuéramos, pero Jezabel insistió en que comprobáramos el lugar. — dice con sentimiento. — Y por unos breves segundos creí que iba encontrar a mi Gabriel.

— Sea cual sea la acción que tomes al respecto, ¡consúltame primero! No puedo arriesgarme a verte herida o algo peor.

Apretándola más contra él, Julio le acarició los brazos, sintiendo cómo Aurora se acurrucaba contra él en busca de consuelo. A diferencia de antes, ya no sentía aversión al tacto sobre su piel, había encontrado la paz con su marido, así que no lo apartaba, al contrario, lo necesitaba aún más cerca, pegado a su cuerpo para poder sentir el calor que la hacía sentir viva.

— Gracias por estar siempre a mi lado. Por ser un hombre tan maravilloso, mi vida ha cambiado desde que llegaste.

— Te quiero desde el primer día que te vi, así que te prometo que mientras yo viva, ¡nunca volverás a pasar por ningún problema sola! Nunca más tendrás que sentirte así. — le prometió, besándole la frente.

— Eres tan maravilloso. — Ella levanta los ojos para mirarle, tocándole la barbilla cubierta por su áspera barba y dándole una sencilla caricia. — ¡Mi hermoso marido! — Se estira, intercambiando un pico suave con él.

— Ser maravilloso contigo es suficiente para mí. — declara, acariciándole el lado de la cara, rozando las puntas de sus narices antes de intercambiar otro simple y breve beso.

Sin contener una sonrisa completamente encantada, Aurora suspiró antes de subir más a la cama, quedando a la misma altura que él y colocando su pierna sobre la de él para mantener el contacto que parecía llamarla. Prendida en la mirada de amor que recibía, no pudo evitar sentir su corazón latir a un ritmo diferente, podía descifrar la fuerza de aquel amor invadiendo su pecho. Él era diferente, llevaba una madurez que la calmaba, haciéndola sentir segura incluso en un día tormentoso.

— ¿Por qué no te conocí antes? — preguntó acariciándole de nuevo la mejilla.

— Estábamos construyendo el uno al otro para poder conocernos. Me ha dolido llegar hasta aquí, pero eso me ha hecho ser quien soy para poder mostrarme ante ti.

— Me siento segura en tus brazos. — susurra ella, rozando sus labios contra los de él. — El mundo a tu lado se siente seguro.

— ¡Eres mi mundo, Aurora! — declara, acomodándo el pelo y enredando los dedos en los mechones centrales. — Una mujer fuerte, valiente, que sabe adónde quiere ir y no se deja vencer por los obstáculos. Alguien totalmente admirable y que me hace sentir orgulloso de decir que soy su marido.

Las afirmaciones llevaban en cada palabra la fuerza de la admiración, la forma en que Julio removía los sentimientos más profundos de Aurora la hacía incapaz de controlar el deseo que la invadía. Cubriendo sus labios con los suyos, tomó la iniciativa y sintió como su marido se relajaba contra ella y la acercaba. Sentirse envuelta entre sus brazos la protegió del torbellino de sentimientos que parecían atormentarla. La calidez del sabor de sus labios nubló todos sus pensamientos, impidiéndole pensar en otra cosa que no fuera la lascivia de aquel contacto.

Su lengua acariciaba suavemente la de ella en un ritmo lento, su gran mano recorría el costado de su cuerpo, cambiando el tacto antes áspero por la suavidad de aquella conexión, Julio Cesar parecía saber tocarla de una manera especial, como si conociera cada pequeño lugar capaz de conmover su ser. Sin recordar ya el terrible pasado que la había atormentado, la herida que había abierto de nuevo recibía el calor que necesitaba para sanar sin doler. Los toques que le daba en la piel iban más allá del sentido físico, podía sentir la curación llegando a su alma, arropada por la protección más cariñosa que jamás había tenido el placer de sentir.

— Detendría el tiempo aquí. En tus brazos. — Terminó el beso con un beso largo, acariciándole el pecho mientras sentía el latido de su corazón en las yemas de sus dedos.

— ¿Y si nos quedámos aquí para siempre? No me importaría tenerte así entre mis brazos toda la vida. — Él rozó su nariz con la de ella antes de volver a besarla.

— ¡Nos casamos sólo para tener una vida juntos! — recordó con una sonrisa contenida en los labios, al notar su acción reflejada en su boca.

— Y viviremos juntos, estaré aquí cada día a tu lado, ¡para despertarme e irme a dormir con la mujer más bella del mundo! Si aceptas. — sugiere, viendo cómo se iluminan los ojos que tiene delante.

La cara que antes estaba abatida por todo lo que había pasado, se iluminó en cuanto Julio le explicó su idea. Aurora no se negaría a tenerlo todos los días a su lado, estar con su marido la tranquilizaba mucho y sentirse segura y protegida era lo que más necesitaba después de todo lo que había pasado.

— ¡Aceptaré cualquier cosa si estoy a tu lado! — murmura ella, sonriendo, apoyando la cabeza en su pecho.

— Mi maravillosa esposa. — Él le besó la coronilla, estrechándola más contra él.

La calma del momento transmitía la paz que Aurora tanto necesitaba, no hacían falta palabras, sólo el calor y la calidez de aquel pecho era capaz de ahuyentar todos sus fantasmas. La sensación de hogar y pertenencia era nueva para la mujer, el poder de Julio sobre ella la impresionaba, haciéndole tener la certeza de que por fin había encontrado a quien siempre había querido que estuviera a su lado. Un amor maduro y sincero.

OneShot AurocesarOnde histórias criam vida. Descubra agora