Un lobo hambriento ronda mi mente.
Ojos clavados en un plato ajeno, no tiene empatía por el plato del olvidado perro.Cada bocado que intenta tomar,
el lobo lo roba, no lo deja probar.El perro flaquea, se le cae el pelo color miel.
Desvanece su fuerza, se desgasta su piel.Ese lobo feroz,
ese hambre sombrío,
le susurra al oído: "serás sólo mío".
Le quita la carne, le roba la vida,
y el perro, medio muerto, no encuentra salida.Los huesos se asoman como gritos ahogados
y el eco retumba en lugares cerrados.Desearía salvar al perro, pero el lobo ya hace mucho que se comió al dueño.