El Arte de Apreciar | No Editado

Capítulo 29: August

Max

Todo ha sido un complot del mundo, el final no existe, es una ilusión para asustarnos, el final de una historia solo es un nuevo comienzo. Eso me gusta creer, eso decido creer

Después de mirar los ojos correctos, en ninguna otra mirada vuelves a encontrar magia.

Escucho el mensaje de la azafata indicando que el avión empezará a ascender

Suelto un suspiro mirando por la ventana, viendo como cada vez estoy más lejos de la ciudad.

Si pudiera cerrar los ojos y al abrirlos olvidarla, lo haría. Pero no puedo, cierro los ojos y lo único que puedo pensar es: “mierda, la amo demasiado”. Y miento, no quiero olvidarla, nunca.

Todo lo que quiero es tenerla a mi lado y nunca soltarla. Pero debo hacerlo, solo le pido al universo que le demuestre todos los días mientras yo no esté, lo valiosa y maravillosa que ella es y será siempre.

&

La fría ventisca choca con mi rostro cada vez que doy un paso, avanzando en mi camino

Doy un paso sobre el primer escalón del porche, pero me arrepiento de ese paso y devuelvo mi pie hacia atrás.

¿No sería más fácil irme y pretender que nunca estuve aquí?

Miro como la huella de mi zapato queda marcada sobre la nieve, esperando una respuesta

No. Definitivamente no.

Después de un tormentoso y largo camino, estoy frente a su casa y no me iré sin verla

Vuelvo a dar un paso y sin detenerme llego a su puerta. Sin esperar más toco, una y varias veces más esperando que alguien habrá

Casi arranco la puerta al ver la lentitud con la que se abre.

Le diré que no me fui y que quiero aprovechar este tiempo con ella.

Me trago mis palabras al ver a una mujer madura, aparecer frente a mí, ella es de estatura baja sus ojos marron claro se centran en mí, mirándome con curiosidad

¿Ella es la mamá de Emma?

—Eh…hola, señora Turner —la saludo sin saber como hacerlo

¿Qué le digo? ¿Qué soy el novio de su hija? Bueno, no sé si Emma le haya hablado de mí a su familia

—Buenas noches señora…Turner. Me llamo Maximilian, yo soy…—ella me mira esperando que termine de hablar, pero no sé qué decir—, ¿puedo ver a Emma? —pregunto sin más pretextos

Ella parece un poco confundida, pero después de unos segundos me dedica una sonrisa tierna

—Hola Max. Creo que a Emma le encantará verte —se aparto de la puerta—, ¿quieres pasar mientras voy por ella?

—Eh…sí —digo pasando

Debo tranquilizarme. No quiero que la mamá de la mujer que amo piense que soy un desquiciado.

—Siéntate, ella vendrá en un momento —empieza a alejarse—, ah, y Max —ella se voltea hacia mí—. Gracias

La miro confundido