0. El llamado del destino

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¿En qué momento todo había terminado así?

Los flashes de lo ocurrido lo atormentaban sin cesar: los gritos, la sangre, los golpes y las pérdidas se transformaban en un fantasma que lo acosaba sin tregua, y ya no tenía ganas de enfrentarse a él. Todo a su alrededor estaba envuelto en la penumbra y el silencio, si había alguien vivo alrededor seguramente estaba igual que él: esperando que un ángel de la muerte extendiera sus brazos para, finalmente, dejar todo atrás.

Quizá si le quedaran fuerzas, él mismo habría tomado su espada y hubiera terminado el trabajo.

Quizá si hubiera cerrado los ojos un poco más, se habría fundido con las espirales del sueño y no habría vuelto a despertar.

Pero el destino es caprichoso, y la voluntad de otros hace más por nosotros que nuestras propias acciones.

Y Johnny estaba a punto de comprenderlo.

.-.-.-.

En medio de la penumbra en la que el mundo se había visto envuelto desde que los demonios se habían apoderado de todo, un solo lugar permanecía aún bajo los rayos del sol: una especie de domo que todavía se resistía a la perdición que había en el exterior, y donde Haechan seguía tratando de entender cómo su magia le había permitido crear ese pequeño edén en medio de la destrucción, o si era producto de una de esas casualidades que tanto le gustan al destino.

Ignoraba si existían otros lugares así, puntos ciegos donde la vida había dejado sus últimas semillas con la esperanza de que florecieran algún día, pero sí estaba seguro de que la barrera que le impedía salir de ahí o acercarse a más de tres metros de la podredumbre era real.

Y estaba solo.

Solo, en la cima de una montaña sin recordar mucho más que gritos, desorden, silencio y, al abrir los ojos, ya estar atrapado ahí.

Habían pasado varios días y sentía cómo sus poderes poco a poco volvían a él. No era doloroso como cuando entrenaba en el palacio, ni sentía el frío de la magia recorriendo sus venas o la carga mágica embotando su cabeza, nublando sus pensamientos. Al contrario, sentía la dulce caricia de la energía en su interior, una extraña paz pese a la situación que estaba enfrentando; sabía que su magia seguía funcionando porque los hechizos primigenios habían acudido a su llamado sin el menor esfuerzo, gracias a ellos que había podido convertir una cueva del lugar en un hogar improvisado, además de encender fuego y encontrar un manantial subterráneo que lo proveía de agua fresca y, de vez en cuando, de un pequeño pez que había terminado perdido en su camino a... algún lugar.

No estaba muy seguro de cómo funcionaban las cosas ahora, y algo en su interior le gritaba que tenía que hacer algo, pero pese a esos días que se había tomado para recuperar su vitalidad y acumular magia, la niebla en su mente seguía presente, incluso parecía más fuerte que antes ya que ningún hechizo pudo deslizarse entre sus labios.

"La magia es energía, es como el fuego. Imagina tus dudas como un manantial entonces, mientras más dudas, la magia se extingue más y más en tu interior"

Haechan se sobresaltó al escuchar esas palabras, como si alguien las hubiera susurrado a su oído, pero alrededor no había nadie. Esa voz... él la conocía, sonaba cálida y cansada, pero también como una patada en el estómago. Era una voz fantasmal que rápidamente desapareció en el vacío que tenía en su mente.

Pero la determinación se quedó, y aunque no sabía por qué, estaba seguro de lo que tenía que hacer.

Vortix faedra—susurró. No conocía ese hechizo, y se dio cuenta que eran las primeras palabras que decía desde su encierro en ese paraíso, palabras que fluyeron sin esfuerzo entre sus labios, como una canción.

Supo de inmediato que había que había hecho algo, porque la energía del lugar cambió abruptamente.

De repente, la suave brisa siempre presente en la colina se detuvo, y Haechan observó con horror cómo la barrera entre la podredumbre y él menguaba, pero tras unos segundos, la reducción de la barrera se detuvo y la brisa regresó, jugueteando con su cabello.

Sabía que algo iba a ocurrir y que, aunque él no fuera a ser parte de lo que sea que se estuviera armando más allá, su hechizo había empezado algo que podría salvarlo a él y el mundo que lo rodeaba.

Salvarlo, o devastarlo por completo y hundirlo en la oscuridad eterna.

.-.-.-.

Cuando Johnny volvió en sí, supo de inmediato que no estaba en el mismo lugar que antes, en su cabeza ya no se cernían nubes de ceniza ni ramas de árboles muertos, ahora había un techo que lo protegía de la tempestad eterna del exterior, echado sobre un improvisado colchón y cubierto con una manta más bien delgada, notó cómo las suaves llamas del fuego azul iluminaban tenuemente una austera habitación de piedra. Fuego azul, el único que se podía utilizar en aquel entonces, y solo se alimentaba con magia.

Fueron los suaves pasos que se acercaban a él los que lo pusieron nuevamente alerta, estaba en un lugar desconocido y no sabía si sus captores lo habían llevado ahí para salvarlo o para salvarse ellos mismos... la carne era un bien demasiado valioso y muchos habían aprendido a apreciar su sabor sin importar el origen, a veces tenían suerte y la sangre de sus víctimas estaba contaminada con magia, la mejor moneda de cambio de La Ciudad desde que las sombras se apoderaron de todo. Nadie sabía cuánto había pasado, un día la guerra estalló y después de eso los días se volvieron segundos y las semanas años... ¿o era al revés? Ya nada tenía sentido, lo único que importaba era sobrevivir después de abrir los ojos y encontrar un lugar lo suficientemente seguro para cerrarlos.

Johnny no sabía si estaba a salvo o si pronto su ilusión de morir se vería cumplida, una inusitada energía se había apoderado de él, y estaba listo para pelear de ser necesario, aún postrado en la dura estera empezó a evaluar posibles puntos de salida y aguzó el oído, los pasos parecían rodear la estructura en la que estaba y no parecía que fueran a ingresar.

—Mantener un estado de tensión solo desgasta tu energía—la voz era suave y delicada, de alguna manera intimidante.

La reacción automática de Johnny fue levantarse y ponerse en guardia, no sabía si su espada estaba cerca y los movimientos bruscos solo habían logrado marearlo, pero trató de mantenerse en pie.

El hombre frente a él soltó una risa suave, no podía verlo claramente pero era definitivamente más bajo que él y tenía una aparente mata de cabello negro que le oscurecía la mirada.

—Si vas a atacar, hazlo bien. Si vas a quedarte ahí como un idiota, yo me equivoqué y tendré que matarte aquí mismo.

—... ¿quién...?—intentó preguntar, pero las palabras salieron dañadas de su garganta, estar tanto tiempo entre las cenizas sin moverse seguramente había atrofiado sus músculos y sus cuerdas vocales.

Sus piernas lo traicionaron y colapsó sobre ese duro suelo de piedra.

—Mi nombre no es relevante si tú no me sirves, y por el momento toda la misión fue una pérdida de tiempo—se acercó a unos cajones que estaban detrás de él. Por mucho que lo intentó, Johnny no podía terminar de enfocar su mirada para saber qué hacía, y simplemente notó cómo se ponía frente a él nuevamente, con un pequeño jarro que contenía un sospechoso líquido gris—. Bebe.

Johnny intentó resistirse, pero seguía sintiéndose débil. Sintió con horror cómo el hombre abría su boca con firmeza mientras vertía el líquido, no parecía tener sabor alguno y se deslizó suavemente por su garganta, haciendo que el cansancio volviera a dominarlo. Antes de volver a sumirse en el sueño, escuchó nuevamente unos pasos cerca y vio cómo la silueta del hombre que había estado a su lado hasta hace un segundo desaparecía tan repentinamente como cuando había llegado.

Continuará...

la corona del sol / johndoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora