Cada año, San organizaba una fiesta de disfraces para Halloween, un evento que él mismo había convertido en una tradición y que era el más esperado por todos sus conocidos. Lo que comenzaba como una simple mascarada elegante terminaba como el paraíso de los deseos.
Aquel era uno de los eventos que más disfrutaba, sin embargo este año ni siquiera sabía por qué lo había hecho. A pesar de que los invitados ya habían llegado, él seguía encerrado en la oficina de su mansión dónde vivía; y miraba sin interés cualquier punto aleatorio a su alrededor. La idea de participar en aquel juego le resultaba aburrida.
En cambio, la idea de quedarse en su despacho toda la noche, parecía agradarle más. Nadie notaría su ausencia. Subiría a su recámara después de un rato y podría perderse en sus pensamientos hasta quedarse dormido. Comenzaba a acomodarse en el sillón de cuero detrás del escritorio cuando el sonido de unos nudillos golpeando a la puerta lo interrumpieron.
San gruñó, se frotó el puente de la nariz y de mala gana dio permiso a quien quiera que fuera para que pasara.
—¿Se puede saber qué mierda haces?
Se trataba de Hongjoong, su mejor amigo, quien al verlo en un estado de apatía absoluta soltó una carcajada. Se detuvo frente al escritorio y guardó las manos en los bolsillos del pantalón. El pelinegro lo vio sin gracia.
—La pregunta correcta debería ser ¿Tú qué haces aquí? —contraatacó con calma.
—¿Qué qué hago aquí? ¡Vine por ti! Todos los invitados te esperan.
—No quiero ir.
—¿Qué? —esta vez Hongjoong azotó las manos en el escritorio y lo miró fulminantemente. —Tu organizaste esto, mierda.
San sostuvo la mirada de su amigo. Si había alguien más terco que él sin duda era Hongjoong así que después de unos minutos de completo silencio y retadoras miradas, San se rindió.
—Está bien, ¿qué clase de anfitrión sería si no acudo a mi propia fiesta?
Hongjoon sonrió satisfecho. Cuando San se puso de pie caminó hacia el viejo armario de madera que se encontraba al fondo del despacho. Aquel mueble guardaba un único objeto detrás de las cerraduras oxidadas. Abrió la puerta y de entre las sombras tomó un pesado antifaz rojo de dragón, una imponente pieza que había usado con orgullo desde hacía varios años.
El reflejo carmesí en sus manos parecía más oscuro de lo que recordaba.
—Así se habla —Hongjoong lo sujetó de los hombros y ambos se dirigieron a la salida.
San siguió a su amigo hasta el salón donde se llevaba a cabo la fiesta y antes de entrar, se colocó la máscara. El recinto retumbaba con música electrónica y estaba iluminado por luces de neón rojas. El aura del lugar poco a poco fue envolviendolo, sintonizando su humor y levantando su ánimo, perfumes y colonias costosas, sudor, alcohol y cuero.
Caminó entre los invitados, atrayendo las miradas de todos, no sólo por la mascara, sino por el porte que el negro traje acentuaba.
Sin embargo, como si algo mágico lo llamara, su atención fue atraída por alguien: un chico que bailaba en un tubo. Llevaba una playera color crema, sostenida a los costados por listones rojos y unos pantalones de vinilo negros que remarcaban los fuertes músculos de sus piernas.
Los ojos de San resplandecieron al verlo, capturaron cada borde y cada curva de ese cuerpo que se movía al ritmo de la música. El chico llevaba una máscara de cervatillo, y sus ojos color miel brillaban debajo, vibrantes, profundos llenos de vida y pureza.
San se acercó, y la multitud alrededor le abrió paso sin resistencia. El chico detuvo su danza cuando sus ojos también se cruzaron con los de él. Bajó del templete y se plantó frente a San, cuyo corazón comenzó a latir con fuerza; esos ojos lo atravesaban, firmes y sin rastro de temor.
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MASQUERADE//SANSANG//ONE SHOT// SPECIAL DE HALLOWEEN 2024
FanfictionEs tradición para San hacer cada año una fiesta de disfraces para Halloween. Sin embargo, este año no tiene ganas de participar en dicha celebración; piensa mantenerse oculto en su despacho durante la velada e ir a dormir después de un rato. Nadie n...