Páginas de mi vida

Miercoles 30 de ocurbre: aislada

Hoy volví a clases. No tenía ganas, pero aquí estoy, en medio de la rutina que a veces parece no tener fin.

No tengo muchos amigos, en realidad, solo tengo una, pero últimamente ha cambiado. Se ve seria, distante, y ahora se junta con otras personas, dejándome un poco de lado. No puedo evitar preguntarme, ¿hice algo mal? Aunque, para ser sincera, a veces ni siquiera yo me caigo bien. Detesto mi actitud y cómo soy.

Quisiera tener más amigos, claro, pero hay algo que me frena. ¿Soy tímida? No estoy segura. Es más como una incomodidad general con la gente a mi alrededor.
Mis compañeros, por ejemplo, son tan ruidosos que me agotan solo de escucharlos. Pero hoy están curiosamente tranquilos; parece un milagro. Tal vez tenga que ver con que falta poco para la hora del almuerzo.

Almorzar en el colegio no es algo que disfrute. Las miradas de los demás me incomodan, me siento observada, expuesta, y me odio un poco por ser así. ¿Por qué no puedo sentirme cómoda como los demás? Es una pregunta que me hago a diario, mientras trato de hallar mi lugar en un espacio donde muchas veces no siento que encaje.

Ahora en clase de lenguaje, nos dieron una tarea con nota: tenemos que actuar en grupo. Todos se movieron rápido, armando equipos con sus amigos, con esa facilidad que me parece tan natural en ellos, pero que a mí me cuesta tanto.

Como siempre, me quedé al lado de mi amiga, la única persona con la que "hablo"  en este salón. Pero, aun así, no puedo evitar sentirme un poco culpable. Ella es sociable, le gusta hablar con los demás, pero siento que, por estar conmigo, se ha distanciado de las personas con las que podría haberse acercado.

A veces pienso que, por mi actitud, ella ha perdido oportunidades de hacer amigos aquí. Me incomoda la presencia de los demás, y eso me hace distanciarme, aunque no siempre quiera. Me parece que mi amiga también se queda al margen, solo por estar conmigo, y es una idea que no deja de darme vueltas. Quizás, si yo fuera más abierta, ella no tendría que sentirse aislada en este salón.

Los trabajos en grupo siempre me incomodan. Nosotras dos quedamos solas, como siempre, mientras todos los demás forman sus equipos entre risas y bromas. Me da la impresión de que todos en el salón tienen su lugar, menos nosotras. Veo cómo hablan y comparten con una naturalidad que me resulta extraña. Tal vez ellos ni siquiera lo noten, pero siento que yo no encajo, que siempre estoy en el fondo, observando, mientras ellos viven algo que a mí me parece inalcanzable.

Quisiera saber cómo sería sentirme realmente parte de este grupo, formar parte de una conversación sin sentirme tan extraña. Pero, por más que lo intente, algo dentro de mí me sigue frenando, recordándome que, de alguna manera, siempre termino sobrando en estos espacios.