Capítulo 1: ¡Biiiip!

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El sonido de una estúpida canción pegajosa interrumpió el único momento de felicidad del día y los rayos que se filtraban por las rendijas de mi ventana se estaban convirtiendo en mis peores enemigos. Podría jurar que las lagañas de mis ojos se semejaban a un pegamento industrial y mi aliento parecía la piscina de mi tía Matilde en épocas de navidad.

Tuve que levantarme a causas de que el estúpido despertador se encontraba exactamente en la otra esquina de mi pequeña habitación. Apenas coloqué mis pies en tierra firme, di un paso en falso y mi minúsculo dedo menique fue a parar a la pata de la mesa de noche.

-¡Fantástico Amber! ¡Feliz principio de ciclo escolar!

Apagué a la creación del demonio y me dirigí hacia mi móvil. Mis ojos apenas podían pestañar con facilidad y mi cabello era un intento de nido de avestruces fuera de control. Apenas lo encendí di un salto hacia atrás y lancé el móvil devuelta a su sitio.

-¿¡8:10 am?! ¡Joder Dios! ¿¡Cuándo me darás una buena!?

Salí disparada como cohete de la nasa hacia el baño y cuando intenté girar el picaporte este se encontraba con seguro. Golpeé con rudeza la puerta repetidas veces y el silencio reinaba una vez más.

-¡Por amor a todo lo bueno, Tyler, sal de ahí! -grité lo más fuerte y sonoramente posible.-Dígnate a responder ¡Maldito cobarde!

-Oye, oye, oye. Tranquila, ¿sí, hermanita? -respondió tan tranquilamente que me daba rabia.-Ya salgo, no desesperes que la belleza toma su tiempo.

Oh, eso si que rebalsó el vaso. Me retiré de la escena rendida, no tenía opción, llegar tarde el primer día del ciclo escolar definitivamente no era una opción para Amber Gourhand. Comprobé nuevamente mi móvil, 8:15 am; tenía exactamente 15 minutos para llegar y aún me encontraba en piyama. Tomé lo primero que vi en el armario y era exactamente lo que tenía puesto ayer, revisé que este no tenga olores o manchas de sudor ¡Vamos, transpiro, soy humano!

En menos de 5 minutos ya me encontraba vestida y semi-peinada con una cola de caballo despeinada, no tenía tiempo ni para respirar, no pretendan una mega-producción de pasarela de mi parte. Salí de mi habitación con mi vieja mochila en brazos y sin pensarlo ya me encontraba en el único baño de mi pequeña y escrupulosa casa, se ve que Tayler, el niño consentido de mamá, salió de su trono. Lavé mis dientes lo más rapido que pude, bajé las escaleras con velocidad y me dirigí hacia la fachada de mi casa. Revisé mi móvil, 8:25 am. Levanté la mirada, el auto de Tayler no estaba, repito, el auto de Tayler no estaba. El maldito hijo de perra se había ido.

- ¡¿Qué más quieres de mi, Dios santo?! -liberé mi furia contra el mundo sin pensar en los vecinos que dormían plácidamente.

Tenía exactamente 5 minutos para llegar al instituto y 3 kilómetros por recorrer. Sin pensarlo mis pies salieron a trote, nunca creí que las clases de gimnasia de la Srta. Parker servirían para algo, pero nunca asistí a las clases de la Srta. Parker, santo cielo, estaba jodida.

Mi respiración estaba agitada, mis piernas estaban flácidas y mi corazón latía como una canción de reggaeton. Caminé hacia la enorme y gigantesca puerta principal, los pasillos parecían sacados de una película del oeste, solo faltaba un matojo rodando en la escena, lo juro. Di unos pasos y doble por el corredor. El pálpito de mi corazón se incrementó en un mil por ciento, un esqueleto con arrugas y tacos chinos se acercó a mí haciendo resonar las agujas de sus tacones.

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2015 ⏰

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