A la mañana siguiente, Sanemi Shinazugawa se presentó nuevamente en el castillo de su hermano.
Bien, Sanemi odiaba a los plebeyos en la casa de su hermano pero, amaba a su hermano, jamás lo diría, pero le encantaba estar con él, molestarlo o simplemente robarselo un segundo para salir a montar a caballo y hacer carreras.
–Buenos días, m-majestad – Reverenció Agatsuma, un chico rubio del castillo. Según Genya, lo tomó porque no tenía casta y nadie le ofrecía trabajo, así que era otro mayordomo, pero particularmente le gustaba cosechar en sus tierras, era veloz para la tarea y muy eficaz.
Para Sanemi, era un omega. Para el resto, era un beta.
–¿Dónde está Genya? –Preguntó, mirando a los alrededores del salón principal.
–Genya-sama está desayunando en el patio.
Sanemi bufó, cruzándose de brazos–¿Desde cuándo desayuna en el patio?
–Pues...Muichiro-sama quería desayunar afuera hoy, así quee...
Sanemi gruñó, agradeció a Zenitsu y se encaminó lejos hasta los pasillos, dónde Nezuko Kamado estaba yendo lentamente con una bandeja en manos, traía pan, dulces, pasteles, cosas dulces.
Sanemi la siguió manteniendo una distancia prudente, entonces sintió un aroma dulce a vallas emanar de repente.¿Venía de afuera?
No, venía de ella. Nezuko Kamado estaba entrando en su etapa de celo, pero aún no era lo suficientemente fuerte para provocar a un alfa.
No era lo suficientemente fuerte pero a Sanemi le afectó. Y bastante.
–Kamado – Llamó firme, sintiéndose inquieto, y sin razón alguna comenzó a avanzar velozmente hacia ella.
Nezuko se volteó, lo miró.Ella era hermosa, incluso para él, que la veía cómo una plebeya. Nezuko era una omega hermosa y estaba en celo.
Y tal vez Sanemi habría hecho algo imprudente de no ser porque un chico se interpuso.
–¡Sanemi-sama! Cuánto lo siento por mí hermana...Genya-sama no se encuentra aquí, está en el jardín trasero –Tanjiro extendió los brazos frente a Nezuko, aunque era más alto que ella, era mucho más chiquito que Sanemi.
Sanemi se detuvo de golpe, sus ojos aún brillaban con esa chispa de instinto que había sentido al captar el aroma de Nezuko. Desvió la mirada hacia Tanjiro, que se mantenía firme delante de su hermana, su postura protectora evidente aunque su rostro reflejaba respeto.
–Tanjiro… –Sanemi bajó el tono, algo irritado consigo mismo por haberse dejado llevar– No se te ocurrió que podrías enviarla a hacer otras tareas que no involucren pasearse por estos lados por donde pasan alfas, ¿Verdad?
Tanjiro asintió pacientemente– Mis disculpas, Sanemi-sama. No quería incomodar a nadie, pero Nezuko es muy capaz en su labor y… –miró a su hermana de reojo– Haré lo posible para que estas situaciones no se repitan. Su celo aún no es tan fuerte; en cuanto se vuelva más intenso, me aseguraré de encerrarla...
Sanemi suspiró, tratando de disipar la incomodidad que sentía y manteniendo su actitud autoritaria.
–Asegúrate de ello, Kamado –dijo, volviendo a su tono habitual–. Y tú... –dirigió su atención a Nezuko–, procura no pasearte demasiado cerca de otros alfas en estos días.
Nezuko hizo una pequeña reverencia, sonriendo de manera modesta pero segura.
Con una última mirada a los hermanos Kamado, Sanemi giró sobre sus talones y continuó su camino hacia el jardín trasero, donde, según Zenitsu y Tanjiro, encontraría a Genya. No podía negar que la situación le había dejado algo tenso, como una alarma constante en su pecho, pero sabía que debía centrarse en su objetivo: hablar con su hermano y recordarle la importancia de la jerarquía y el respeto que los omegas y betas debían mostrar.