Escamas de plata

Prólogo

Dicen que soñar no cuesta nada y para mi ya no habían dudas al respecto, todo lo que había vivido a lo largo de mi vida me a hecho confirmarlo.

Huérfana de padre y madre, con solo la compañía de mi hermano gemelo, y con todas las adversidades sobre nuestras cabezas,  habíamos logrado sobrevivir a lo largo de los años.

Archie a diferencia de mi, había logrado tener ayuda de más de un pueblerino, solamente por ser hombre. Se decía que tenía actitudes suficientes para ser un gran domador de dragones. Y no es que no confiara en lo que mi hermano pudiera conseguir con su fuerza y valía, pero creía a ciencia cierta que yo, tenía las mismas posibilidades que el de domar un dragón.

¿Envidia? ¿Celos? Llamémosle como sea. Pero la realidad de las cosas es que desde muy pequeña he deseado todos los beneficios que un hombre tiene en la ciudad de la concordia.

 El acuerdo de que las mujeres no eran aptas para llegar a la arena, por ser visiblemente frágiles y débiles, se había establecido hace más de 20 años. Aunque no estaba prohibido en su totalidad, las pocas que lo habían intentado sólo habían logrado llegar a la segunda planta y luego caído muertas al risco de lava.

Desde entonces solo los hombres acceden a entrar a la arena y competir por un puesto en el lomo de algún dragón.

El circuito de Arriata para lograr ser seleccionado como un candidato a domador de dragones consiste en pasar por cinco diferentes circuitos de plataformas en las que los elementos y enemigos varían según su categoría.

Aunque yo jamás había logrado tomar un libro para saberlo, lo había aprendido todo gracias a las enseñanzas de mi hermano, quien si tuvo la suerte de estudiar simplemente por el hecho de ser hombre.

Hoy es su iniciación y si logra con éxito pasar las pruebas, en una semana estará de camino a las siete islas, donde al fin obtendrá lo que yo tanto he querido. Convertirse en domador de dragones.