Prólogo
El príncipe de Obelia
Un pequeño niño de cabellos rubios algo ondulados estaba tranquilo sentado en el jardín del palacio Esmeralda, con un libro en manos que estuvo leyendo debido a sus lecciones de política como futuro heredero del trono.
Esperando a que su hermana saliera finalmente para que ambos jugaran tranquilos, toda paz fue interrumpida ante la llegada de una mujer de finos cabellos rizados y una mirada rosácea.
Aquella dama le sonrió con suavidad, pero la vista de su vientre hinchado solo le provoco una sensación de desagrado y odio puro, sentimientos que albergaba contra ella desde el primer instante que su madre derramo una lágrima ante el desinterés del emperador.
— Las concubinas no son recibidas en el palacio Esmeralda. —Soltó con frialdad el pequeño mientras se levantaba con gracia, sin ocultar su desagrado. — Largo.
Sin embargo, la mujer poso sus manos sobre su vientre hinchado, luciendo algo nerviosa.
— Príncipe Orión, yo-...
— Tiene prohibida la entrada a este lugar, no deseo volver a verla por aquí.
Ni siquiera espero una respuesta, simplemente se dio la vuelta para dirigirse al interior del palacio y alejarse, aunque su cuerpo se tenso cuando sintió que una mano lo tomaba de la muñeca con firmeza.
Instintivamente se apartó bruscamente, lanzando un golpe al dorso de la mano de aquella mujer.
— ¿Quién te crees que eres? —Gritó con todas sus fuerzas, poco importándole que perturbaría la paz de la residencia de su amada madre. — ¡Jamás te permití tocarme o actuar de un modo tan irrespetuoso!
Ante su reclamo, ella se mostró sorprendida, retrocediendo un paso en lo que se frotaba la zona lastimada de su mano. — Discúlpeme... solo deseaba poder tener una buena relación con usted... —Dijo la rubia con una expresión algo triste, dando un paso adelante. — Para que su hermano...
— ¿Hermano...? — La interrumpió, mirandola con una expresión seria antes de sonreír burlonamente ante las palabras que salieron de sus labios. Finalmente, una risa fría se le escapó, sintiendo como su magia se revoloteaba en su interior, una clara señal de los sentimientos que estaban surgiendo en él. — ¿Por qué estás tan segura que esa cosa en tu interior es un varón?
"Si no fuera por tí..." Pensó con amargura, apretando fuertemente el lomo del libro, intentando no explotar en ese lugar. "Mi madre no habría sufrido al ser castigada en el palacio Esmeralda."
Muchas de las palabras que salían de sus labios no deberían ser cosas que un niño de su edad debería conocer, pero su padre lo crió para poder defenderse con garras y dientes ante cualquier persona que intentara subestimarlo.
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SANGRE DORADA || Who made me a princess
FanfictionEn el imperio Obelia existía una princesa que era muy amada por el emperador. Una jovencita de largos cabellos marrones rizados, con ojos enjoyados que era amada por el joven duque de la casa Alfierce. O eso es lo que se conocía sobre una parte de...