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Hope Mikaelson caminaba por los pasillos de la Escuela Salvatore, sintiendo la presión de cada segundo que pasaba

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Hope Mikaelson caminaba por los pasillos de la Escuela Salvatore, sintiendo la presión de cada segundo que pasaba. Había llegado tarde a su primera clase del día y, a pesar de haber hecho todo lo posible por evitarlo, sabía que las consecuencias no tardarían en llegar. La nueva profesora de Historia de la Magia, Catalina Valcourt, era conocida no solo por su impresionante currículo académico, sino también por su estricta disciplina y su imponente presencia. La rumorología en la escuela hablaba de ella como una mujer candente, alguien que no solo enseñaba, sino que desafiaba a sus alumnos a ser mejores, lo que solo aumentaba la tensión en el aire.

Hope había escuchado los susurros de sus compañeros sobre lo hermosa y exigente que era la profesora, pero no había sido hasta ese momento que había comenzado a preguntarse cómo sería realmente. Mientras se acercaba al aula, su corazón latía con fuerza.

"Solo será una clase," se dijo a sí misma, tratando de calmarse. Sin embargo, el eco de sus propios pasos resonaba en su mente, aumentando su ansiedad.

Al abrir la puerta del aula, Hope se encontró con la mirada penetrante de Catalina. La profesora estaba de pie frente a la pizarra, su figura alta y elegante era imposible de ignorar. Tenía el cabello castaño oscuro recogido en una coleta alta, que resaltaba su rostro esculpido y sus ojos brillantes. La forma en que se movía por el aula era segura, cada paso medido, como si todo estuviera bajo su control.

—¿Mikaelson, verdad?—La voz de Catalina era suave pero autoritaria, y aunque no alzaba la voz, cada palabra cargaba un peso que hizo que Hope se sintiera pequeña. —¿Te parece adecuado llegar tarde a tu primera clase?

Hope tragó saliva, sintiendo cómo la mirada de Catalina la atravesaba. —Lo siento, profesora. Me retrasé por… problemas con el transporte,—intentó excusarse, aunque sabía que no era la mejor respuesta. La verdad era que se había distraído en su camino, demasiado absorbida por sus pensamientos y la anticipación de conocer a su nueva profesora.

—¿Problemas con el transporte?— Catalina arqueó una ceja, un gesto que podía significar tanto diversión como desdén. —No hay excusa que valga. La puntualidad es esencial en esta clase, y espero que entiendas que esto es solo el comienzo de lo que espero de ti.

Hope sintió que su rostro se calentaba. —Lo entiendo,— respondió, intentando mantener la calma a pesar de la presión que sentía.

Catalina dio un paso hacia ella, la distancia entre ellas se redujo, y por un momento, el mundo exterior se desvaneció. —Las reglas no son solo para ser seguidas; son para ser respetadas,—dijo, y su tono era más suave, aunque la intensidad de su mirada no disminuyó.

El resto de la clase observó con atención, sintiendo la tensión en el aire. Hope se dio cuenta de que todos estaban pendientes de la interacción entre ellas. La profesora continuó con la clase, pero Hope apenas podía concentrarse. La forma en que Catalina se movía, con confianza y gracia, la hipnotizaba. Era como si cada palabra que pronunciaba estuviera impregnada de poder y magnetismo.

—Espero que todos hayan leído el capítulo sobre las Grandes Guerras Mágicas. Quiero que me digan sus opiniones sobre cómo estos eventos han influido en la política mágica actual,—dijo Catalina, dirigiéndose a la clase.

Las manos se levantaron, y Hope escuchó las respuestas de sus compañeros. Sin embargo, no podía dejar de pensar en cómo había llegado a estar tan cerca de Catalina, en la forma en que su voz resonaba en su mente. —Es solo una profesora,—se dijo a sí misma, pero la idea de que sus pensamientos la traicionaran no la dejaba tranquila.

Después de unos minutos de debate, Catalina se detuvo y se giró hacia Hope, una sonrisa sutil en sus labios. —¿Y tú, Hope? ¿Qué opinas?— La pregunta era directa, y la atención de todos se centró en ella.

El corazón de Hope latió con fuerza, sintiéndose expuesta. Sin embargo, la mirada de Catalina no era solo de desafío; había algo más, algo que hacía que Hope se sintiera viva. —Creo que los eventos pasados nos enseñan sobre la fragilidad del poder,— respondió, sintiendo que sus palabras resonaban con una fuerza que no esperaba.

—Interesante perspectiva,— dijo Catalina, asintiendo lentamente, como si realmente considerara la opinión de Hope. —Quizás no seas tan desconsiderada como pensé al principio.

La clase continuó, pero la conexión entre Hope y Catalina ya estaba forjada en la tensión que se habían creado. A medida que pasaban los minutos, Hope se dio cuenta de que no solo estaba fascinada por la inteligencia de Catalina, sino también por la forma en que parecía entender la complejidad de sus sentimientos.

Cuando el timbre sonó al final de la clase, Hope sintió una mezcla de alivio y decepción. La oportunidad de acercarse a Catalina había terminado, pero también había despertado algo en su interior que no podía ignorar. Mientras los demás alumnos salían, Hope se quedó un momento, observando cómo Catalina organizaba sus materiales.

—Espero que no llegues tarde a la próxima clase, Hope.—dijo Catalina sin mirar, su tono firme pero con un toque de calidez que dejó a Hope con ganas de más.

—No lo haré, profesora. Prometo que no volverá a suceder,—contestó Hope, su voz cargada de determinación.

—Me alegra escuchar eso,— respondió Catalina, girándose finalmente para mirarla a los ojos. —Hasta la próxima clase, entonces.

Hope salió del aula con el corazón latiendo en su pecho. La profesora Valcourt había despertado en ella un deseo nuevo y prohibido, un desafío que no podía ignorar. Mientras caminaba por los pasillos, sabía que su vida estaba a punto de cambiar de maneras que nunca había imaginado.

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⏰ Última actualización: Oct 31 ⏰

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