Interiores aberrantes

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Alguna vez pensé que lo que más me aterraba eran las muñecas, la oscuridad, o quizá los monstruos. Cuando crecí un poco más pensaba, más que nada, conceptos como los aterradores: La avaricia del hombre, la inmensidad del universo, u otras cosas. Pero a lo que realmente debería temerle es a algo que nunca pensé que le temería: Mi propio cuerpo,

Capítulo 1: sin intenciones

Corría el viento por mi cuerpo, en el punto más alto de un edificio, mi terraza en la cual solía descansar, pero esta vez no estaba ahí para descansar momentáneamente sino más bien buscaba el descanso eterno, a punto de lanzarme por esa terraza con mis enfocados ojos en las nubes. Dije las que pensé serían mis últimas palabras:

-Está será mi muerte más amarga, pues es la definitiva.

Entonces, me subí al barandal de mi terraza y accedí a sacar un pie hacia el que pensé seria mi próximo destino. Dejé mi cuerpo caer hacia adelante y cerré mis ojos, dejé que el viento me intentara frenar, fallando en su intento obviamente, y caí, por mi mente pasaron mil y un recuerdos, tales como mi primera muerte: El día que experimenté la humillación.

No recuerdo mucho, sólo que tenía cinco años. Dicen que tenía una cara particularmente agraciada, con mejillas sonrojadas, ojos brillantes y una amplia sonrisa, el estereotipo al pensar en un niño adorable. Pero eso no era del agrado de todos, mucho menos de Derisio, el que hasta ese entonces veía como un amigo, el, un día llegó con un papel y pegó un pequeño mordisco a éste, diciendo

-Mira, mira Tiziano, encontré la cura para tu cara tan horrenda.

En retrospectiva siempre fui un niño bastante guapo, mientras que Derisio era algo más particular, con orificios nasales grandes, pelo despeinado, y un carácter burlesco, nunca fue el favorito de los profesores, y estaba más que claro que este me envidiaba por esto, pero yo nunca supe, y pensaba que él se me acercaba por genuina amistad.

Después de decir eso, Derisio procedió a pegarme el papel masticado en la cara.

-Oh, así que de esta forma ¿puedo ser lindo?

con una actitud crédula y emocionada.

Derisio siempre me hizo pensar que era demasiado feo para que la gente me quisiera, y decía que los profesores me adoraban por mera lástima.

En fin, Derisio me dijo que el papel con saliva me haría ver como un dios griego. Yo no sabía que existía un dios más allá de el que mencionaban mis padres, pero no me importó y decidí untar en mi cara cada pedazo de papel.

Yo no podía ser tan imbécil, pero tenía tan solo cinco años, era completamente crédulo.

En un momento, mientras me untaba esos papeles tan asquerosos me percaté de como Derisio me grababa con un teléfono de ese entonces.

Él era mayor que yo, así que conseguía muchas más cosas de las que yo podía pensar, entre esas cosas se incluía ese teléfono, pero claro, él decía que no me daban uno solo por ser tan feo, cómo fui tan ingenuo.

Pero llegando al punto, le mostró el video a cada persona que pudo, pues él, muy en el fondo me odiaba y me despreciaba, cómo fui tan ciego.

Ciego... ciego...

Capítulo 2: mi cuerpo es mi enemigo

Sigo cayendo, sé que el tiempo pasa más lento cuando estás a punto de morir, pero esta caída se siente realmente larga, no quería abrir mis ojos, ni mucho menos, pues lo único que recorría mi cuerpo era el miedo que me quedaba por mi instinto de supervivencia, sentía como mi piel con el viento se ponía fría, nunca había hecho algo parecido en mi vida, sin duda era una experiencia el estar al borde de la muerte o al menos eso pensé.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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