19. Los misteriosos caminos del Diablo

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Es un día helado como cualquier otro de diciembre, pero en el cuarto de juegos de los Murphy la calefacción y las risas entibian los cuerpos

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Es un día helado como cualquier otro de diciembre, pero en el cuarto de juegos de los Murphy la calefacción y las risas entibian los cuerpos.

Como de costumbre, es jueves de FIFA y cerveza y seis alfas se encuentran bebiendo en los sillones y jugando al billar mientras otros dos compiten frente a la TV tamaño king, destrozando los mandos de la PS5.

La vida materialista y la comida chatarra no están nada mal. Ya casi ninguno se arrepiente de haber caído del Cielo.

—¡Maldición! —Brandon golpea el mando contra su propia pierna—. ¡Deja de hacer trampa!

—No se puede hacer trampa en este juego. ¿Cuándo aceptarás que eres una completa mierda?

Brandon se levanta con la furia avivada por la sonrisa chula de Kyle, que le va ganando por goleada.

—¿Que no se puede? ¡Tú lo estás haciendo! Pueden irse a la mierda, tú y tu cabello de chupapollas.

Brandon se aleja con las venas del cuello latiendo, en busca de otra cerveza bien fría en la pequeña nevera destinada solo a alcohol y chocolates.

—Tengo una duda —se entromete Gala. Es la alfa más cizañera del grupo y se enciende con estos dramas—. ¿Cómo es que un cabello es de chupapollas? Es decir, ¿cumple algún tipo de rol en la mamada o algo así? ¿O es por el color? No sabía que eras de esos tipos prejuiciosos, Brandon.

Kyle tiene el cabello del color del lapislázuli, aunque es cien por ciento natural. Todos sospechan que cayó del Cielo debido a ello. Es decir, no es que haya algún problema personal con el cabello de Kyle. A los ángeles no les crece cabello azul, al igual que a los humanos. Pero sí a los demonios. Aunque Kyle es extrovertido e incluso un poco adorable, siempre se ha mantenido reservado con su grupo de exiliados sobre su pasado, por ende, sobre los motivos por los que cayó. Por desgracia para su privacidad, su cabello es una pista difícil de pasar por alto: debe de haber un demonio en su familia del que lo haya heredado.

Pero como grupo de rezagados y parias que se entienden —a veces—, nadie sobrepasa los límites que el otro impone. Si hay algo claro, es eso, y que ninguno cayó por casualidad.

—No hay correlación entre mi cabello y chupar pollas —evidencia Kyle. Se echa para atrás las greñas y sonríe con suficiencia—. Simplemente Brandon apesta hasta para inventar una puteada.

—¿Por qué no me chupas la polla y lo comprobamos?

—Hablando de pollas, ¿vieron el nuevo hueso de Alan? —apostilla Sauren—. ¿Milo, era? Mírenlo, lo tiene tan embobado que ya ni recuerdo su voz.

Alan regresa a tierra solo cuando oye su nombre. Le dirige una mirada acerba al alfa que sacó el tema, porque ahora el resto de los siete culos imbéciles en el cuarto tienen toda su atención en él. Y en Miles.

—¿El omega que apareció de la nada en la fiesta? —se suma Dervin—. Tío, ¿de dónde los sacas? Menudo culo jugoso. Avísame cuando te aburras.

Alan aprieta la mandíbula y deja su botella de cerveza lejos para no reventársela en la cabeza a Dervin. No obstante, sus feromonas aguardentosas golpean a todos en la advertencia más sana que pudo encontrar.

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⏰ Última actualización: Nov 05 ⏰

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