𝕯𝖊𝖒𝖔𝖓𝖎𝖈 ʙɪʀᴛʜᴍᴀʀᴋ [SanSang]

Scelle ce connard pour moi

Desde el nacimiento de Yeosang, la vida de aquellos a su alrededor se torno terminada...

Fueron años difíciles,  su madre fue la primera en irse,  murió al mes de darlo a luz; ella lo adoraba demasiado y todos asociaron la muerte de ella con que solo fue por la gravedad del parto en el nacimiento de su único hijo.

Durante toda su infancia, su padre se mostró algo reacio a darle muestras de afecto, realmente porque no era una persona amorosa afectuosa, así que no mostraba su cariño físicamente,  pero se encargaba de cuidar a Yeosang. Por lo que los siguientes en irse fueron los abuelos del mismo,  los cuatro extrañamente.

Demasiado extraño...

Por obviedad la pérdida tan grande dejó al pequeño muy mal, su padre solo lo miraba entre su dolor y le acaricio su hombro mientras ambos pasaban sus últimas horas con el ataúd de su sus madres y suegros.

Los rumores no tardaron en empezar, rumores que iban desde que fue el padre de Yeosang quien los asesinó por dinero; otros que iban desde que Yeosang estaba condenado a la maldición.  Y según los comentarios todo era por su marca de nacimiento en su sien y pómulo izquierdo.

Una marca que cautivadora era también siniestra por las dudas que generaba. 
En la mente de un niño es fácil adherirse las sospechas, así que fue ahí cuando comenzó a creer en ello;  sueños extraños aparecieron: un sujeto alto de vestimenta rara,  como de esas que se usaban en los tiempos antiguos,  pero siempre era lo misma escena: el hombre se aproximaba y besaba  el pómulo de Yeosang con tanta devoción que al sentir los labios helados el pequeño despertaba.

Tiempo después, los rumores se fueron disipando, siendo solo chismes de la zona; el niño de la marca ya era un joven adolescente que había sentido su primer flechazo y este había sido correspondido.

Jeong Yunho llegó a su vida, vibrante y encantador y haciendo añicos los temores que había tenido Kang.

Pero, nuevamente la muerte lo atrapó,  le arrebato a Yunho y tiempo después se llevó a nuevo amante, Park Seonghwa.

Siempre con la misma situación, lo amaron y colmaron de cariños que pronto fueron su muerte.

Wooyoung llegó a su vida desde antes, como un amigo en quien confiar; su compañero de aventuras y con quien no se atrevía a dejar que la línea de amor y amistad se cruzará.

No hasta el fatidico día que quedo marcado en su mente y es incluso igual de doloroso que cuando acompaño a la familia a enterrar al jóven.

La sensación podía incluso sentirla, Wooyoung besó su marca en un descuido suyo y le sonrió:

—Yo no creo en historias tontas, coincidencias de la vida, Sanggie. —

Y finalmente sello su destino.

La luz de la luna se filtraba a través de las ventanas de la habitación de Yeosang, creando un juego de sombras que parecían moverse en las paredes. Era un mes de luto, una etapa triste,  un período que pesaba sobre su pecho. Había perdido a Wooyoung, su último novio, y el vacío dejado por su partida se sentía en cada rincón de su vida. Inconscientemente su mente le mostró varios tiempos distintos: Tres años habían pasado desde que Yunho, su primer amor, se fue en un trágico accidente que aún resonaba en su mente. La imagen de Seonghwa, su pareja después, también lo perseguía, pues él había sido la segunda víctima de su maldición. La marca de nacimiento en su pómulo, un pequeño y extraño símbolo, era un recordatorio constante de su destino trágico.

Incluso su madre y abuelos no fueron liberados de esa trágica maldición,  dejándolo sólo en este mundo.

Mientras Yeosang miraba por la ventana, sintió un escalofrío recorrer su espalda. Se preguntaba si algún día podría liberarse de esta carga, de esta fatalidad que parecía seguirlo a cada paso. Era un ciclo que no parecía tener fin; cada beso que daba, cada amor que encontraba, terminaba en tragedia. Aquellos que se atrevían a acercarse a él no regresaban, incluso cada uno sufriría más que el anterior . La culpa lo envolvía, haciéndolo dudar de su propia existencia.
Haciéndolo sentirse como la peor maldición del mundo.