Incorrect quotes BingLarry [EW]

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Narrador omnisciente:

La oscuridad de una habitación profunda era lo único que podía percibir aquel de cabellos cenizos mientras intentaba adaptarse, con sus pupilas levemente dilatadas, a la penumbra. No había nadie que pudiera ayudarlo, solo él mismo y, por supuesto, ese fantasma que se movía de un lado a otro, perturbando sus sueños como de costumbre. Siempre se preguntaba por qué seguía visitándolo, si ya habían llegado a un acuerdo. Con suavidad, soltó un suspiro al aire y buscó a tientas el interruptor de la lámpara; cuando la luz se encendió, parpadeó levemente, adaptándose a la claridad.

—Bing, ya te he dicho mil veces que me dejes dormir. Odio que me visites cuando CLARAMENTE dijimos que por la noche, no —habló con un tono irritado y enojado, mirando finalmente al ente, quien en vida había sido su amado y ahora solo rondaba por su hogar, haciéndole compañía... o molestándolo—. Además, ¿por qué siempre de noche? Me atormentas por las mañanas, no me dejas ni desayunar sin antes tirar mi cereal al suelo... ¡ni siquiera puedo bañarme sin que estés ahí! Solo quiero un poco de paz...

—Dijiste que ni la muerte podría separarnos; no es como si no te hubiera visto desnudo en más de 50 años. No seas llorón y hazme un lugar, que dormiré contigo.

—Bing, ya no existes, no puedes...

No terminó su oración, pues sintió un peso en el colchón, un peso que hacía años no experimentaba. Incluso pudo notar cómo las sábanas se movían, formando un pequeño bulto que intentaba acomodarse para sentirse cálido —algo imposible— entre las tibias mantas con olor a lavanda. Larry lo notó, aunque no podía tocarlo, y suspiró ligeramente antes de apagar la luz sin más quejas.---—A veces ya no recuerdo cómo era dormir contigo, escuchar tu respiración tranquila, o esos ronquidos y balbuceos que hacías en mitad de la noche... Cuando nos abrazábamos en las noches de invierno... Cuando me despertabas cada mañana con un suave beso en la mejilla antes de irnos a trabajar... Me haces tanta falta, amor mío...

Las lágrimas descendían de los ojos tristes del de rizos, quien, inútilmente, trató de secarlas solo para descubrir que seguían cayendo. No era la misma persona desde que un día la sonrisa de su amante se apagó para siempre. Vivía con la culpa de no haberlo ayudado a mejorar, de no haber sido más afectuoso con su esposo herido. Entre parpadeos, notó que nunca hubo nadie en ese espacio donde la manta seguía perfectamente doblada. La ausencia de Bing le destrozaba el corazón, mientras él se mentía que ese pedacito de felicidad aún venía a verlo.

—Desearía haberte salvado... Pero fui tan débil... Quisiera que me visitaras aunque sea una vez, aunque solo fuera en sueños... Libérame de este peso emocional que no me deja dormir...

La oscuridad continuaba, llenando aquella triste habitación que alguna vez brilló de amor puro. El hombre de parche se quedó dormido después de un par de horas de llanto desgarrador. Sabía que nada de esto lo devolvería a la vida, pero siempre mantenía la esperanza de escuchar un "Buenos días, mi ser de maldad," aunque solo fuera por un instante, una única señal de que nada malo había pasado.