-Capitulo 1-

7 0 0
                                    

-El Pesar del Corazón-
-Skylar-

"Dame el divorcio, Skylar, no quiero problemas."- La voz de mi ex-esposa suena una y otra vez en mi cabeza, aunque no debería, ya son dos semanas desde que nuestro divorcio se finalizó. Hace una semana terminó de sacar sus cosas del departamento que ambos rentamos desde hace dos años. Dos años, que para mi fueron todo, tal vez no para ella. Eleanor, hasta su nombre es angelical, recuerdo como su rubia cabellera caía sobre sus hombros cuando solíamos despertar en la mañana, se miraba hermosa, es hermosa, solía sentirme orgulloso de tener una esposa hermosa e inteligente. Ahora ese es el orgullo de otro. Y ese otro es el jefe de ambos.
Recuerdo cuando me enteré hace cuatro meses, empezó con su ascenso a asistente personal de nuestro jefe, estaba feliz por ella, recuerdo que la lleve a su restaurante favorito como celebración. Luego las llamadas perdidas y el quedarse tarde del trabajo, y luego los mensajes. Cuando revisé su celular sentí la escoria del planeta, el sentimiento de usurpar su privacidad me carcomía la conciencia, pero después de ese mensaje que le llegó mientras dormía, un mensaje lleno de lujuria y morbosidad, tuve que arriesgarme.

Nunca debí hacer eso. Los mensajes recíprocos me dieron escalofríos, pensé que era feliz, tal vez su infidelidad se debió a cuando tuvimos una discusión sobre mi deseo de no tener hijos, hijos que ella deseaba. Tal vez fue por la veces que ella me pedía salir a fiestas, fiestas a las que negaba ir, nunca me interesaron las fiestas. Tal vez, ella no era feliz. Tal vez, yo no la hacía feliz.
Tal vez era por querer despertar algo que yacía muerto en su interior, adrenalina tal vez. El hecho de que su amante fuera el jefe de ambos no hicieron las cosas mejor. Me callé el secreto, e intenté ganar su amor por semanas, pero su mirada solo transmitía lástima y culpa, pero al verlo, al ver a Arturo Gutierrez, el hombre que lo tenía todo, podía ver como sus ojos transmitían mil sentimientos, y lastima no era uno de ellos.

Calle el secreto por miedo a perderla, ella fue mi primer todo, primer amor, primer beso, agarre de manos, aun cuando apenas tenía la joven edad de dieciséis años. Debí haber escuchado las advertencias de mi madre y hermano adoptivos, debí escuchar cuando me decían que un chico adolescente no podía estar con una mujer de veinte años.
Recuerdo como traje su pastel de cumpleaños número veintiséis con la esperanza de que me mirara con aprecio, como en el suelo estaban las prendas de ambos, en la cama que una vez fue nuestra. Como nos peleamos, su amante me dio una paliza de la cual tuve que mentir en el trabajo.
Aunque ya no debería escuchar su voz, ella ya no está. Ni siquiera peleó el departamento cuando nos divorciamos, pues se fue a vivir con él. Tal vez fue lo mejor, quiero lo mejor para ella, que pueda comprar algo sin que le importe si la tarjeta de crédito tiene los fondos suficientes.
Arturo Gutierrez, le podrá dar todo lo que desee, una familia, ir a fiestas de lujo, protegerla de las miradas juzgantes en el trabajo.

Me despierto solo en mi cama, viendo las botellas de alcohol alrededor del cuarto, mierda, otra vez me emborraché hasta el desmayo, estoy sobrio para ir al trabajo, pero igual para verlos a ellos.
Al llegar a mi escritorio, puedo sentir las mil miradas sobre mí, miradas con el mismo sentimiento de lástima que Eleanor transmite al verme.
Las siguientes horas pasaron con tranquilidad, nunca he sido el tipo de persona que se queja por el trabajo, ahora más que nunca, ayuda a relajarme, me levanto. Dispuesto a irme, doy gracias porque es viernes.

"¿Skylar, como estas, te vas tan pronto?- Ah. Arturo Gutierrez, hace cuatro meses hubiera estado feliz por él que me hablara, ¿a quien no le gusta que el patrón te hable personalmente? Pero no me gusta que el amante de mi ex-esposa me hable tan casualmente.
"Sí, tengo que hacer otras cosas,"
"¿Como la fotografía?"- Dijo antes de hablar en voz baja, "o, tomar hasta desmayarte por tu pesar en el corazón?"- Realmente odio a ese bastardo. Pero él no sabía de mi pasión por la fotografía, a menos que Eleanor le haya dicho, lo cual no me sorprendería. Arturo se fue alejando, poco a poco saliendo de la oficina, estaba tan concentrado en él que casi no me percate de la mujer a la cual una vez llamé esposa. Camino muy rápido en botas por la cual la una trabajadora normal se metería en problemas. Ser la novia del jefe tiene sus beneficios. Ni siquiera me miró o me dio una mirada, recuerdo que siempre le decía que mantuviera la cabeza en alto sin importar las circunstancias.
Tal vez fue la única vez que realmente me escuchó.

Al llegar al departamento, veo cuantas cosas realmente fueron de Eleanor. Nunca fui muy precipitado por el hecho de tener una casa muy decorada, pero cuando Eleanor me hablaba sobre alguna decoración para el departamento, me sentía muy feliz, el ver el brillo en sus ojos color chocolate, me sentía el ser más afortunado, mi corazón palpitaba, carajo, parecía un adolescente con su primer amor. Porque lo fue.
Eleanor fue mi primer amor, un amor que tal vez no debió de haber pasado según las creencias de mi madre adoptiva, era muy joven, decía, dieciséis, muy joven para estar con una mujer de veinte años. No la escuche, según mi madre biológica, ella era la mujer para mi, tenía suerte de que una mujer mayor se interesara en mi.
La botella de alcohol que ella me obligó a tomar una vez ahora esta vacía.
"o, tomar hasta desmayarte por tu pesar en el corazón?"- Escucho su voz otra vez. Tal vez la razón por la que me engaño fue porque vio un hombre en él que nunca pudo moldear en mi.

Eleanor era mi razón para vivir, ahora ya no está aquí. Tal vez yo tampoco debería.

Amor más allá de la FronteraWhere stories live. Discover now