Elimina el 99.9%

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— Elimina el 99.9% de las bacterias en tu boca. — nombraba riéndome al leer la botella de enjuague bucal.

— Siempre dicen eso, los jabones, los desinfectantes. — mencionaba Daisuke. — ¿me preguntó por qué será? — interrogaba al aire colocando ambos de sus brazos detrás de su cabeza.

— En lugar de estar al pendiente de estupideces deberían estar haciendo su trabajo. — interrumpía Swansea.

Rodé los ojos y me quité del medio del pasillo por el que venía Swansea a toda hostia.

— Nunca se le quita lo amargado. — mencionaba Daisuke susurrando en mi oído.

— Ya lo creo. — respondí.

Los pasos de alguien sobre las rejillas del suelo resonaban detrás de nosotros, se trataba de Curly quien venía en compañía de Anya, conversando hasta llegar a nosotros.

No sé cuándo se me quitará está sensación de nerviosismo al verlo, hago lo que puedo por disimular, espero no alertar a nadie con mi comportamiento en relación al Capitán, no es lo adecuado.

— Buenos días muchachos, ¿cómo están?, ¿Daisuke?, ¿Alex? — Curly nos saludaba como todos los días por la mañana, con caballerosidad y cercanía.

La admiración de Daisuke por el capitán se notaba a kilómetros aún aquí arriba en medio de la nada, sus ojos brillaban al ver los ojos azules de Curly, yo me sonrojaba sin poder evitarlo al escuchar su acento británico.

— Buenos días Capitán. — respondía con seriedad, ocultando mi alegría.

— Capi, ¿cómo van los exámenes psicológicos?, ¿todo bien? — interrogaba Daisuke con preocupación acercándose al rubio.

— Ya lo estoy viendo con Anya, todo saldrá bien Daisuke. — respondía él palpando un par de veces el hombro del asiático.

Anya generalmente luce preocupada, ensimismada y deprimida, es un estado natural en ella, pero todos hemos a conocerla tan bien durante todo este tiempo, que sabemos que aún así, algo no va bien con ella.

Curly siguió su camino a través del pasillo ahora en compañía de Daisuke, conversaban dejándonos atrás a Anya y a mí.

— ¿Estás bien? — susurré acercándome a ella.

— Sí, sí, no pasa nada, ¿por qué me preguntas? — volteaba a mirarme con sus ojos tristes.

— No lo sé, es que también tengo miedo, ¿sabes?

Anya se enfrentaba a mi, observando me con atención, viendo hacia los lados verificando que nadie nos escuchara.

— Por las noches tengo que bloquear la puerta con el estante. — confesaba Anya tomándome de las manos.

— Confío en todos, pero no sé, Jim y Swansea no me generan nada bueno.

— Swansea cuando bebe se vuelve loco, no sé de qué sería capaz. — comentaba Anya con voz temblorosa.

Jim, desaliñado e impetuoso como siempre, caminaba a través del pasillo, viéndonos de arriba a abajo como si el fuese un ser superior a cualquiera de nosotros en esta nave.

Guardamos silencio hasta que encontramos prudente la idea de seguir conversando entre susurros.

— ¿Por qué la enfermería tiene cerrojo y los dormitorios no? — interrogaba Anya.

— No lo sé, tal vez a la compañía le parece más importante resguardar los insumos y las medicinas que nuestra propia seguridad. — comenté. — eres enfermera, ¿qué piensas?

ESPERO QUE DUELA (MOUTHWASHING)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora