Harry creía que algún tipo de maldición se manifestaba cuando los profesores organizaban el horario de su curso. La semana siempre empezaban con las materias más pesadas y en doble jornada. Cuatro años seguidos no podían ser solo una coincidencia. Así se entretenía Harry durante la clase de Pociones compartida religiosamente con Gryffindor. Cuestionándose qué o quién era un agente de mala suerte, hasta que una explosión hizo que desviara la mirada de su poción solo para ver cómo el bueno y torpe de Neville se superaba a sí mismo fundiendo su sexto caldero. Por supuesto, el sermón del profesor Snape no se hizo esperar y como castigo puso a Neville a destripar sapos cornudos en lo que quedaba de clase.
Hasta ahí todo normal, la novedad era la primera clase de Defensa contra las Artes Oscuras.
―¿Qué tan estricto crees que sea Moody como profesor? ―preguntó Draco.
―Paranoia y poca asertividad. No creo que cambie mucho como profesor ―afirmó Harry.
―No será ningún problema para nosotros ―observó Draco. Después de todo, tres años bajo la supervisión de Severus Snape los tenía curtidos.
Cuando los alumnos de Slytherin ocupó las mesas, Ojoloco Moody, sin levantar la vista del escritorio, les ordenó guardar el libro de texto, mientras que de una pila de pergaminos extraía la lista del curso. Cuando el mencionado respondía, Moody levantaba la vista y lo examinaba con su ojo mágico.
―Estamos completos ―anunció y se levantó para caminar aparatosamente entre las filas de pupitres―. El profesor Lupin me ha puesto al corriente sobre su nivel. Hasta este momento saben enfrentarse a una variedad de criaturas de media a baja categoría de peligrosidad. Sin embargo, están atrasados en lo que a maldiciones se refiere. No es un tema sencillo. Para el cuarto año, el Ministerio dispone la enseñanza de contramaldiciones y las maldiciones deben esperar hasta el sexto curso... y a menos que el señor Zabini y la señorita Parkinson cuenten el chiste para toda la clase ―Blaise tuvo la decencia de sonrojarse y Pansy bajó la mirada―. Tienen derecho a conocer, de primera mano, a las fuerzas a las que se enfrentarán fuera y, quién sabe, si dentro de estos muros. Aunque para ustedes son familiares ―sonrió burlón―. Maldiciones imperdonables, ¿cuántas son...? Potter.
―Solo tres maldiciones son castigadas por la ley mágica.
―Exacto, Potter. Diez puntos para Slytherin. ¿Conocen alguna?
―Hay una maldición para controlar a la víctima como si fuera una marioneta, pero no recuerdo el nombre ―habló Daphne atemorizada.
―Maldición Imperius ―completó Ojoloco y de uno de los cajones del escritorio sacó un tarro de cristal con tres arañas grandes. El profesor tomó una, le apuntó con la varita y de pronto la araña se puso a bailar lo que parecía ser ballet clásico provocando la risa de toda la clase.
―¿Creen que es gracioso? ―acusó el profesor y las risas cesaron―. Esta maldición supone el control total de la víctima y hasta el momento no existe una forma de identificar quién actúa por la maldición y quién no. Pero hay una forma de combatirla.
―¿Cómo? ―preguntó anonadado Blaise.
―Con fuerza de carácter ―respondió el profesor y muy satisfecho por el miedo que había inducido, fue por la segunda araña del frasco, pasando olímpicamente de la mueca de enfado de Blaise ―. Nos faltan dos.
―Cruciatus ―dijo Harry con voz ahogada.
―Correcto ―a continuación Moody agrandó a la nueva araña y cuando le volvió a apuntar con la varita, el arácnido cayó sobre su lomo y encogió sus patas en un claro rictus de dolor.
Le fue imposible a Harry no preguntarse si sus padres habrían reaccionado de la misma manera cuando Bellatrix Lestrange los torturó hasta la muerte. De todos los mortífagos condenados, ella era la que peor fama tenía. Era tal su gusto por el sadismo que se decía que otros mortífagos le temían.
―¿Potter? ―preguntó de forma más amable Moody.
―Esto b-bien ―respondió quedo Harry, sintiendo en su espalda las miradas ardientes de sus compañeros.
―La última maldición es Avada kedavra ―irrumpió Draco para distraer a la clase de su inspección sobre Harry.
―¡Ah! La maldición asesina ―la última araña pareció presentir su destino y quiso huir de la mano del profesor, pero este la atrapó y le dio tiempo de correr por la mesa para luego lanzarle la maldición. El invertebrado cayó como si hubiese sufrido un paro cardíaco fulminante.
―Como pueden observar, esta maldición no produce heridas internas o externas. Es una muerte súbita. No hay contramaldición ni ninguna forma de interceptarla y solo se conoce a una persona que la sobrevivió ―esta vez la clase enmudeció, pero por lo bajo se escuchó el susurro "Longbottom".
La campana de cambio de hora pacería muy lejana y el ruido de las sillas o las voces de sus compañeros se escuchaban como si él estuviera bajo el agua.
―¿Harry? ―llamó Draco asustado.
―¿Me permite un momento con Potter, señor Malfoy?
―Ah... supongo que sí ―Draco tomó su mochila y la de Harry y no tuvo más remedio que salir del aula.
―No hay forma amable de enseñar esto... ―inició Ojoloco.
―Lo sé ―interrumpió Harry con brusquedad, luego se aclaró la garganta y continúo―. No se parece en nada a lo que uno lee.
―Es peor ―concedió Moody―. Remus habla maravillas de ti. Tengo un libro que podría interesarte ―con un movimiento de su varita, un viejo volumen salió de debajo de la pila de pergaminos y se posó frente al joven.
―Hechizos, encantamientos y maldiciones para ejecutar bajo el agua ―leyó intrigado Harry―. No he visto una sola referencia a este libro ―dijo extrañado.
―Un préstamo especial de la Colección Moody.
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El recuerdo de la muerte de los padres de Harry atormentándolo de nuevo.
Actualización: noviembre 15.
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Harry Potter y el Torneo de los cuatro magos
FanfictionInicia una nueva edición del legendario Torneo de los Tres Magos y Harry pondrá a prueba todo su talento para mantener vivo a Neville, el imprevisto campeón, mientras que en las sombras, Lord Voldemort prepara su regreso.