Intereses

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Julia:

Mientras acompañaba a Rachel a la habitación para darle el medicamento, no podía apartar de mi mente la imagen de Laura en la cámara de Jason. Nunca había sido celosa, pero en ese momento algo dentro de mí se descolocó.

Esa sensación, tan incómoda y desconocida, se plantó en mi interior, haciendo que me preguntara si Laura podría llegar a gustarle más que yo. Era una idea absurda, y me sentía ridícula por sentirme así de insegura.

Sabía que Jason no me mentía, no tenía motivos para hacerlo, pero por primera vez, el fantasma de los celos nublaba mi criterio.

Sacudí la cabeza, intentando disipar esa inquietud. Después de darle una pastilla a Rachel, aproveché para cambiarme y ponerme la pijama: unos shorts y una pequeña camiseta que usaba para dormir.

Antes de salir de la habitación, Rachel, que ya estaba recostada, me observó y me lanzó una pregunta que me tomó por sorpresa.

-Julia, ¿tú y Jason tienen algo? Digo, ¿estás enamorada de él?-

Recogí mi cabello en una coleta alta y suspiré. Su curiosidad era comprensible, y aunque no quería dar muchos detalles, respondí sinceramente.

-En respuesta a tus dos preguntas... Sí. De hecho, es algo reciente... No es tan simple de explicar-

Rachel me miró con una media sonrisa, como si mis palabras le hubieran confirmado algo que ya sabía.

-Creo que no es reciente. Siempre supe que él estaba enamorado de ti, se notaba... Eres muy afortunada, Julia; cualquier mujer mataría por alguien como él. No es tan apuesto como Conrad, es cierto, pero Jason tiene algo especial... No lo sé, es diferente -respondió, cerrando los ojos con un gesto de tristeza, que no comprendí bien.

Intenté bromear para aligerar el ambiente.

-Creo que Dios creó al hombre y luego a Jason como una disculpa por ellos-

Rachel sonrió débilmente, girándose en la cama para acomodarse y descansar.

-Sí... Es único. Cuídalo, Julia, no creo que haya alguien mejor que él -me dijo, con un tono serio-

-Lo haré, Rach.... Gracias por el consejo... Descansa -le respondí, apagando la luz antes de salir de la habitación.

Cuando volví a la sala, la luz ya estaba apagada. Apenas distinguía las siluetas en la penumbra, suavemente iluminadas por las luces de la calle que se filtraban a través del gran ventanal.

Mis ojos se acostumbraron poco a poco a la oscuridad y noté a Jason sentado en el sofá, con los codos apoyados en las rodillas y el rostro ligeramente inclinado hacia el suelo.

Sus zapatillas descansaban al pie del sofá, y él se veía absorto, murmurando algo en voz baja que no lograba entender.

Me acerqué en silencio, observando cómo su expresión denotaba molestia y tensión. Sus manos se movían inquietas, y aunque no hablaba en voz alta, el tono susurrante de su voz transmitía frustración contenida.

Al otro lado de la sala, Fred estaba echado en su colchón, pero tenía la cabeza levantada y las orejas en alerta, como si también percibiera el ánimo de Jason.

Me quedé observándolo por un momento, divertida por cómo se regañaba a sí mismo en esos momentos de frustración, siempre hacia eso, hablaba solo, como si eso lo ayudará a solucionar su problema. Sonreí con ternura.

-¿Estás listo para descansar? -le pregunté, tratando de disimular una sonrisa al notar el mal humor en su expresión.

Jason me miró, algo sorprendido, y se levantó del sofá mientras caminaba hacia mí con pasos lentos. Parecía confundido y ansioso a la vez.

Desearía...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora