— Sonríe querida, es el día más feliz de tu vida.
Si alguien más le repetía aquellas palabras estaba dispuesta a arrancarles el pellejo, era una tetera a punto de reventar. A sus diecisiete años iba a ser obligada a casarse con un hombre el cual le doblaba la edad, y no podía evitarlo ya que sus padres quedaron prendados de él al escuchar la cantidad de títulos y tierras que poseía.
Pero igualmente giró su cabeza y le dedicó una sonrisa que aunque pareciera encantadora estaba cargada de odio hacia aquella persona que tanto aborrecía, su madre.
Decían que los padres estaban allí para velar por la seguridad y felicidad de sus hijos. Sin embargo sus padres no hicieron más que arrebatarle su felicidad al destinarla a un futuro el cual ella no deseaba.
Pero no estaba enfadada solamente con sus padres, también estaba enfadada con el mundo en general. Podrán tacharla de egoísta o de alguien que no sabe valorar lo que tiene, pero, la de veces que ha deseado nacer pobre.
Incluso aunque también la hubiesen intentado casar con otra persona ahí tenía más posibilidades de huir de su destino. Puede que bajas pero seguirían habiendo posibilidades. Aquí no tenía ningún 'príncipe encantador' que la viniera a salvar de su cruel destino de una vida triste con alguien a quien no ama y como incubadora.
Pero ella no quería ningún príncipe encantador. Quería a Helen, la hija de la sirvienta, y su 'dama de compañía'.
Helen y ella eran amigas desde pequeñas. Al ser la madre de Helen una de las sirvientas reales pasaba la mayor parte del tiempo en el castillo, y como Alice era educada en el castillo y ellas eran las únicas niñas allí, acabaron formando una bonita amistad.
Y no fue hasta hace unos meses que se dio cuenta que su manera de mirar a Helen no era amistosa, era una mirada cargada de amor que carecía de aquel brillo amistoso, estaba llena de amor y cariño.
Sabía que era extraño que a una mujer le atrajese una mujer, y sobre todo a la princesa. Era un error, un engendro aquel amor. Pero no podía evitar adorar su pequeño desliz.
¿Y cómo no podría querer a Helen? Con su cabello negro como el carbón siempre suelto ondeando, aquellos ojos ambarinos, ese sarcasmo que tanto utilizaba y aquel carácter salvaje y amable. Era hermosa incluso con aquellas cicatrices que la gente encontraría horrendas, y en las que ella veía su valentía.
También conocía que seguramente la chica no la correspondiera y se asqueara si alguna vez expresaba sus más oscuros pensamientos. Por eso se conformaba con poder pasar tiempo con ella. Y de alguna manera u otra ella y Helen están 'atadas de por vida' al ser ella su dama de compañía.
Por más que deseara que al subir al altar se encontrase con aquellos hermosos ojos ámbar, y no con la cara de alguien que casi podría ser su padre.
Suspiró frustrada al recordar la persona con la que le casaban en unas pocas horas. Vox Tarásov.
Venía del reino de la Avaricia, un reino el cual poseía incluso más tierras que su mismísimo reino —el del Orgullo— y además el rey Vox estaba lleno de títulos importantes. Sin duda la estirpe Tarásov y la Fletcher darían buenos herederos. O eso era lo que le repetían sus padres hasta el cansancio.
A parte de que el señor Tarásov no inspiraba ninguna comodidad en ella, todo lo contrario. La hacía sentir insegura y odiaba como la trataba, como si fuera un objeto. Y no podía evitar sentirse acosada con él. Odiaba saber que si no fuera porque antes del matrimonio no se puede consumar el sexo, Vox ya habría intentado algo con ella.
A parte sabía que no era raro que el príncipe no se hubiera casado con nadie, no era ninguna coincidencia que justo fuese uno de sus pretendientes.
También le conocía desde pequeña, a los siete años tuvo su primer encuentro con Vox, este teniendo veinticuatro. Y recuerda lo mal que se sintió al notar aquella mirada poco inocente que siempre le dirigía. Le asqueaba.
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𝗜 𝗟𝗢𝗩𝗘 𝗬𝗢𝗨 𝗔𝗟𝗜𝗖𝗘! | ꜰᴇᴍ!ʜᴜꜱᴋᴇʀʀᴀᴅɪᴏ
Fanfiction. . . Es el mejor día de la vida Alice, ¿verdad? Hoy se casa, y se supone que ese es el día más feliz de la vida de las personas, cuando al fin pueden unirse con la persona que aman. Pero ese no es el caso de Alice. Porque Alice desea ver a aquella...