𝐌𝐚𝐱 𝐕𝐞𝐫𝐬𝐭𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧'𝐬 𝐅𝐚𝐦𝐢𝐥𝐲

𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐭𝐡𝐫𝐞𝐞

Cualquiera pensaría que George y Alex la han tenido fácil. Ambos son pilotos súper queridos por los directores de sus escuderías, por lo tanto, ninguno tiene que cuestionarse el qué será de ellos una vez que su hija nazca.

Solo que, George había decidido dejar el mundo automovilístico para dedicarse de lleno a la otra parte de su vida que sería la primordial: el ser padre.

Torger Wolff no estaba de acuerdo en un principio y había organizado reuniones específicas para convencerlo de quedarse. Diciéndole que podría tener a su hija y luego regresar, tal y como Max y Charles lo habían hecho. Pero, el británico estaba aferrado a la decisión que había tomado, aún cuando su jefe cuestionó el cómo haría cuando se quedara sin trabajo. Es verdad que también tiene a Alex, pero sería injusto dejarle toda la responsabilidad económica a su esposo.

Por supuesto que había pensado en eso, por lo que tenía un segundo plan y ese era el ser la imagen de la marca Tommy Hilfiger.

El mismísimo CEO le había convencido de ser parte de sus modelos, cosa que George ha estado rechazando a través de los años, solo cooperando cuando tenían que hacerse fotos para continuar con el patrocinio. Russell le comentó las dudas que tenía con respecto al trabajo, pero el hombre le había dejado en claro que no tendría que esforzarse demasiado y que su horario laboral no le impediría el estar con su familia, puesto que, sus participaciones serían limitadas en comparación a su dura y ajetreada vida como piloto de la Fórmula 1.

Cuando George le comentó lo que había hablado con Tommy a su jefe, este se había quedado en silencio por varios segundos que para él había parecido una eternidad. Sabía que Wolff estaba pensando en ideas de cómo mantenerlo con él, queriéndole ofrecer una oferta mejor, pero era imposible. El conducir era un trabajo de tiempo completo, por lo que al final no le quedó de otra que aceptar la renuncia del joven que había acogido bajo su cuidado y protegido como un hijo desde que entró a ese mundo del deporte.

Alex por otro lado, seguiría en Williams y en la Fórmula 1 hasta que él decidiera retirarse. Solo que, él no tendría el lujo de tomarse el tiempo que quiera como sus amigos lo habían hecho. James Vowles le había informado que él solo contaría con los días que son obligatorios durante la licencia de paternidad. Eso al principio había descolocado a Alex por completo, e iba a refutar, pero luego se recompuso cuando cayó en cuenta que él no volvería a tener una oportunidad así y porque era lo único que sabía hacer bien.

Después de saber lo que el futuro les depararía una vez que su hija naciera, todo había regresado a la normalidad. Excepto por un enorme detalle... el padre de Alex.

—Hola, hijo. —el señor Albon habló con voz gélida, provocando que un escalofrío recorriera a Alex de pies a cabeza.

—¿Qué hace usted aquí?

Alex se aferró a la manija de la puerta, apretándola tan fuertemente que esta se había vuelto blanca del esfuerzo que estaba imponiendo en ese objeto. Tenía que hacerlo, sino, se desmayaría del miedo y no quería volver a darle ese gusto a su padre.

—¿"Usted"? —rio sin gracia. —Soy tu padre, no tienes que tratarme como un extraño.

—Es que lo es. —rogaba internamente porque su voz no saliera temblorosa. —Y, si no se retira llamaré a seguridad.

Nigel frunció el entrecejo y se hizo paso hacia adentro del hogar de George y Alex, golpeando al tailandés con su hombro en el proceso.

El hombre mayor empezó a recorrer con la vista lo que había en la sala, apretando los puños cuando vio los cuadros de las fotos de su hijo con el causante de que su primogénito fuera de esa manera. Le dio tanto asco el ver una foto donde se estaban besando y mostrando los anillos de casados. No podía creer que haya hecho eso, todo por llevarle la contraria, por hacerle sufrir.