Parte Única

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La temporada había sido un infierno para Esteban y Pierre. Desde el comienzo, las diferencias entre ellos habían pasado de ser simples roces a dolorosas heridas. Esteban, cada vez más tenso, había comenzado a alejarse de Pierre sin explicaciones, sumido en el peso de sus propias inseguridades y del odio que sentía a su alrededor. Para él, las críticas, la presión de las expectativas y los comentarios negativos eran como cuchillas constantes. Pero no encontraba una manera de decirle a Pierre cuánto lo afectaba todo. Se encerraba en sí mismo, esperando que el amor que compartían sobreviviera solo, sin el esfuerzo que necesitaba.

Esteban estaba decaído, y Pierre, aunque trataba de acercarse, se encontraba con una muralla de silencio y distancia que lo preocupaba profundamente. Esteban no lo culpaba a él por nada de lo que sentía, pero la frustración lo ahogaba, y lo único que se le ocurría era apartarse.


Australia

Después de una difícil carrera en Australia, donde Esteban terminó en el puesto 16° y Pierre en el 13°, el ambiente en la habitación del hotel estaba cargado de una tensión silenciosa. Pierre, intentando consolarlo, se acercó, tocándole el hombro suavemente.

—¿Estás bien, cariño?— le preguntó, con preocupación en su voz.

Esteban soltó un suspiro, mirando hacia la ventana. 

—Si, no es nada, Pierre— murmuró, sin mirarlo. Su voz era apenas un susurro, cargado de cansancio.

Pierre frunció el ceño y le dio un apretón en el hombro. 

—Mira, sé que no fue el resultado que querías, pero todavía quedan varias carreras. Podemos trabajar juntos, tú sabes que estoy aquí.

Esteban se apartó sutilmente, alejándose un poco de su toque. 

—Por favor, Pierre... no tienes que decirme esas cosas. Estoy bien, solo necesito espacio.

Pierre se quedó en silencio, sorprendido por la frialdad de su respuesta. Nunca había visto a Esteban tan distante, y no pudo evitar sentirse herido. Pero respetó su deseo, aunque la tristeza se hizo evidente en sus ojos.

Sin embargo, en algún momento de la madrugada, Pierre se despertó al escuchar unos ruidos provenientes del baño. Al principio pensó que Esteban solo estaba inquieto, pero pronto se dio cuenta de que los ruidos eran sollozos ahogados.

Pierre se levantó de la cama y se acercó a la puerta del baño, preocupado. Golpeó suavemente. 

—Esteban... ¿estás bien? ¿Necesitas algo? — Silencio. Luego, el sonido de un sollozo más fuerte que Esteban intentó sofocar.

Pierre insistió, con la voz cargada de preocupación.

—Amor, por favor, déjame entrar. No tienes que estar solo.

Después de varios segundos de silencio, Esteban respondió, su voz apagada y cargada de tensión. 

—Vete, Pierre. Solo... déjame solo.

Pierre ignoró su respuesta y volvió a insistir, rogando que le abriera la puerta. 

 —No quiero que estés así, por favor. Déjame ayudarte...

—¡Te dije que te fueras! — gritó Esteban desde el otro lado de la puerta, su voz llena de una mezcla de rabia y dolor. —No necesito que estés aquí. Solo déjame en paz.

Pierre dio un paso atrás, sorprendido y herido por la intensidad de sus palabras. No dijo nada más y regresó a la cama, sin poder dormir, escuchando los sollozos apagados de Esteban desde el otro lado de la puerta. Esa noche, sintió que había una distancia entre ellos que no sabía cómo cruzar.

Together At The Finish LineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora