Entre encuentros y silencios
Desde aquel día en que Inuyasha vio a Koga acercarse entre los árboles, algo cambió en el aire, no era solo la presencia habitual del lobo, sino algo distinto, casi imperceptible, como si cada aparición llevara consigo un mensaje oculto.
Inuyasha evitaba mirarlo directamente, pero no podía negar que sus encuentros se repetían uno tras otro, como si Koga buscara algo que él no era capaz de entender.
-¿Qué quieres? -le preguntó una vez, con la voz tensa y un toque de cansancio.
Koga se quedó quieto, sus ojos penetrantes brillaban con un fuego diferente, y por un instante la rivalidad pareció desvanecerse.
-No vine a pelear -respondió con firmeza- Solo quiero proteger lo que me queda.
Inuyasha frunció el ceño, desconfiado de sus palabras, pero no pudo evitar sentir un extraño alivio, quizás la presencia de Koga rompía la soledad que lo abrumaba.
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Una tarde antes de uno de esos encuentros, Inuyasha decidió buscar a la anciana Kaede, esa sabia mujer que siempre parecía saber más de lo que dejaba ver, el necesitaba entender qué estaba pasando con Koga.
-Kaede, últimamente Koga viene seguido a la aldea ¿Sabes por qué? -preguntó, intentando que su voz sonara tranquila.
Kaede lo miró con suavidad, con esa calma que parecía venir de otro mundo.
-Koga está cambiando, Inuyasha -dijo- Lo mueve algo más que la rivalidad o el orgullo, tal vez la pérdida de Aome tocó algo en él o quizás encontró un nuevo propósito en proteger a quienes él antes veía como débiles.
Inuyasha apretó los labios, procesando las palabras de la anciana.
-¿Y qué significa eso para mí? -preguntó, más para sí mismo que para Kaede.
-Significa que no todo está escrito en piedra Inuyasha-respondió ella- El tiempo puede sanar viejas heridas y a veces, los enemigos pueden convertirse en aliados, aunque aún no lo veas.
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Los días siguientes fueron una mezcla de tensiones y silencios incómodos, Koga no hablaba mucho pero sus acciones decían más que las palabras, había salvado a un niño de caer al río, ahuyentó a unos bandidos, y siempre, siempre, lanzaba una mirada rápida hacia Inuyasha. Este no sabía qué hacer con esas miradas pero una parte de él se sorprendía deseando que fueran más frecuentes.
Una noche mientras la luna llena bañaba el bosque, Inuyasha se encontró con Koga junto al riachuelo.
-¿Por qué sigues viniendo aquí? -pregunto Inuyasha, sin poder contener la curiosidad.
Koga lo miró serio y por primera vez pareció perder un poco de su arrogancia.
-Porque alguien tiene que cuidar este lugar, y porque sé que tú no lo harás.
Las palabras golpearon a Inuyasha con fuerza, nadie le había dicho eso tan directo, no era una acusación, ni una amenaza, sino una verdad difícil de aceptar. Un silencio pesado se instaló entre ellos, roto solo por el murmullo del agua y el susurro del viento.
-Tal vez... - susurro Inuyasha-. Tal vez estoy más roto de lo que creía.
Koga asintió, como si entendiera más de lo que parecía.
-No estás solo Inuyasha, pero tienes que decidir qué quieres ser ahora.
Esa noche el lobo y el medio demonio quedaron atrapados en un silencio que no era enemigo, sino un puente que comenzaba a tenderse entre dos almas heridas.

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Lazos inesperados
Roman d'amourDespués de que Aome lo abandono, Inuyasha queda sumido en la soledad y en un vacío que ni sus batallas logran llenar. Cuando un nuevo enemigo amenaza con destruirlo todo, Inuyasha se ve obligado a unir fuerzas con Koga, el lobo que siempre ha sido s...