En la penumbra del alma, me encuentro,
donde el eco del silencio pesa en el viento.
Te amo con la fuerza de mil tempestades,
pero a veces el amor duele en sus verdades.
Tus ojos, dos luceros, me envuelven en luz,
y en sus destellos, se oculta la cruz.
A veces, el cariño lleva sombras escondidas,
como espinas que hieren las flores queridas.
Amarte sin dolor, un sueño anhelado,
un viaje sin lágrimas, un amor consagrado.
Quisiera que el viento llevara mis quejas,
que el tiempo sanara las viejas tristes huellas.
Pero el amor es fuego, a veces descontrolado,
ardiendo con pasión, con un toque de lado.
En la lucha entre el gozo y la herida que acecha,
te busco en la risa, aunque el alma se queja.
Si amarte es un juego de luces y sombras,
prefiero tus abrazos, aunque el dolor asombre.
Porque en cada latido, aunque a veces duela,
hay belleza en el amor, y en su eterna novela.