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─Ese muchachito sigue afuera esperando por ti... ─escuchó Momo a sus espaldas, descubriendo tras voltear la expresión socarrona y un tanto cómplice de su compañera.

─...Será idiota─dejó escapar en un suspiro, notando casi de inmediato ese jodido calor concentrándose como siempre en sus mejillas. Detestaba de cierta manera que Okarun se tomara la molestia de servirle como guardaespaldas, cuando ya le había reiterado que no era necesario, que había experimentado lo suficiente como para saber defenderse sola.

Y aún así, era como hablarle a una pared. El término "desistir" parecía no estar en su diccionario, demostrándole que aparte de ser terco, su preocupación hacia su persona era...

Un grito de pura frustración se construyó en su garganta, debiendo reprimirlo al percatarse de que llegaban nuevos clientes al lugar. Bastaron un par de palmaditas a cada lado de su rostro para enfocarse y poner su mejor cara de "soy linda y adorable, créetelo" antes de aproximarse hacia una de las mesas ahora ocupadas y tomar con una amplia sonrisa el pedido.

Así, y mientras Momo se tragaba la vergüenza cada que le tocaba comenzar con el "espectáculo" en su faceta de maid, Okarun contemplaba al resto de personas pasar delante suya como si nada, adquiriendo incluso una expresión de aburrimiento a momentos.

Tampoco es como si tuviera nada mejor que hacer, pero... le dejaba mucho más tranquilo saber que Ayase estaba a su alcance en caso dé, pudiendo garantizar su seguridad a su manera.

Algo ido alzó su vista hacia el cielo, dándose cuenta por los matices destacando por sobre su cabeza que aún faltaba un poco para tenerla de nuevo en su campo de visión. Había comprendido a base de sonrojos y latidos acelerados que ver a su amiga vestida con esa ropa le removía más que el piso, y es que aún si decía "el mundo" se quedaría corto ante lo que le provocaba; además, a ella le avergonzaba horriblemente que la viera vestida de esa manera, por lo cual no había remedio.

Por el rabillo del ojo atisbó que unos tipos algo mayores que él se disponían a entrar al local de maid-café, escuchando alguna que otra risa acompañada de empujones ciertamente burlones. Okarun trató de disimular acomodándose distraídamente las gafas, viéndolos cruzar poco después las puertas de cristal a unos cuantos metros de su posición.

«Detente, no vayas por ahí...» se reprendió al percatarse del camino por el que sus pensamientos intentaban irse, dando pie a posibilidades para nada agradables y en donde cada una era Ayase la protagonista junto con esos tipos.

Y es que habiendo sido parte del show que suelen armar delante de la clientela le hace salir un poco de dudas, sin embargo no puede evitar desconfiar; una parte de él quiere aferrarse al duro carácter de su amiga, pero es consciente de que tanto la incomodidad como un probable mal rato son imposibles de eludir si es que quiere conservar el trabajo.

Por ello Okarun se sujeta a las correas de su mochila, dando pequeños pasitos hasta situarse lo más cerca posible del material que le separa de Ayase. Sus ojos no demoran en dar con su silueta a la distancia, atendiendo por suerte a dos clientas que parecen amables a simple vista, mas no es eso lo que le hace disociarse de un modo que no le es tan indiferente.

Sabe que en ese preciso instante debe lucir imposiblemente más embobado, y todo gracias al radiante perfil que tiene de Momo en ese momento. Verla acomodarse algunos mechones de cabello, mover el lápiz sobre la libreta a tamaño práctico entre sus manos, y su sonrisa...

Esa sonrisa.

Esa es la señal de stop que necesita para apartarse del vidrio y devolverse por donde vino, sintiendo echar humo por las orejas y sentir como nunca que el rostro le arde a mil. Su corazón ya es un tema monumentalmente aparte.

Aprovecha el aire fresco del exterior para recomponerse, pasándose varias veces las manos por el cabello. No le importa lucir desordenado con tal de desquitar contra lo que sea lo que ahora se halla sintiendo, sin saber por desgracia gestionarlo del todo bien.

Eventualmente dan las nueve de la noche, con varios locales comenzando a cerrar a su alrededor. El flujo de gente va disminuyendo también, no obstante el resto del mundo pasa a segundo plano en cuanto la silueta de Momo vuelve a figurarse a su lado, dedicándole una sonrisa que ya sea para bien o para mal, no consigue pasar por alto.

─Después de todo sí te quedaste... ─la oyó mascullar con resignación, con un "no tienes remedio" dibujándose entre líneas─. En fin, vamos. Haré que mi abuela te haga un festín por eso.

─...Ayase-san!─Okarun la detuvo algo inseguro por el antebrazo, rogando por que sus dedos no estuvieran temblando ahora mismo─. Te encuentras bien?

─Eh?... ─Momo contempló la manera en que la sostenía, devolviendo prontamente su atención al semblante algo torturado de su amigo─. Sí, estoy bien─le aseguró, ladeando ligeramente la cabeza con genuina confusión─ por qué?

El chico frunció los labios como única respuesta, maquinando a tiempo récord alguna excusa que no delatara la auténtica razón detrás de su pregunta. De cierta forma no quería molestarla y mucho menos incomodarla con sus precipitadas preocupaciones.

─Es que, bueno... has tenido unos días algo difíciles y... que te cuesta estar del todo tranquila, sobre todo en el trabajo─pasó sonoramente saliva antes de continuar─. No me gustaría que estuvieses estresada por eso.

En el fondo no mentía, ya que últimamente para los dos era ridículamente complicado tener siquiera un momento de paz. Nunca faltaba la entidad de turno que los empezara a acechar.

Aún así, unas manos sujetándose a su brazo cortaron de raíz sus cavilaciones, topándose poco después con una mirada que sin importar las veces, se las arreglaba para dejarle estático en su lugar.

─Deja de hacer eso, Okarun─Momo enfatizó adrede aquel apodo, pegándose medianamente a su costado. No podía permitir que el otro sintiera o siquiera notara lo que sus palabras habían ocasionado en su corazón─. Estoy bien, en especial porque ahora estás tú aquí.

Si tuviera la chance de activar su poder como yokai, francamente lo haría para salir huyendo de allí, donde los sonrojos ya no le pudieran alcanzar. Lástima que no fuera muy caballeroso de su parte soltarse y prescindir del cálido toque de su amiga.

─S-Si tú lo dices... ─con torpeza terminó removiéndose las gafas, desviando de paso la vista. Confrontarla en ese momento no le convenía en lo absoluto.

Momo, estando más que acostumbrada -y adorando las reacciones de Okarun- se dispuso a tirar de su brazo para encaminarse finalmente hacia su casa, platicándole de cualquier cosa durante el trayecto, notando cómo poco a poco volvía a desenvolverse con la confianza de siempre.

Sin embargo, no dudó en darle espacio en cuanto llegaron, evitando con ello que su abuela soltara comentarios cómplices y para nada sutiles al respecto.




Sin embargo, no dudó en darle espacio en cuanto llegaron, evitando con ello que su abuela soltara comentarios cómplices y para nada sutiles al respecto

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N/A: La primera vez que leí la parte en que Momo comienza a trabajar de maid, y cómo Okarun volvió por ella a pesar de que sabía que no era necesario esperarla... sinceramente me encantó. Y encima la segunda vez que lo vi me salieron algunas lágrimas, lo cual fue extraño.

Siempre he tenido la certeza de que ya sea si una serie o pareja me hace llorar, se convertirá en algo muy especial y significativo para mí, así que también me jodería en más de un sentido si a alguno de estos dos le pasa algo💔

En fin. Muchas gracias por votar y por leer!

Full Blown Love | MokarunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora