36. Con lencería la vida es mejor...

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Siento que estoy flotando un poco desde que vine a vivir con Naomi

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Siento que estoy flotando un poco desde que vine a vivir con Naomi.

Ni siquiera tengo mucho tiempo para pensar en lo que podría salir mal, soy demasiado feliz la última semana como para encontrar algo mal en nuestra convivencia.

De todas formas, no nos vemos demasiado porque ella se va a la universidad en las mañanas cuando todavía estoy durmiendo y yo me voy al restaurante en las tardes, unas cuántas horas antes de que ella llegue.

Ella deja el desayuno hecho para mí y yo dejo la cena hecha para ella. Acomodamos tanto como pudimos nuestras pocas cosas, pinté mis paredes de blanco muy cercano al amarillo, tengo cortinas, sábanas y fundas de almohada color amarillo y púrpura; he organizado toda mi ropa en el armario de pared, algunas pocas cosas en las dos mesillas que vinieron junto con mi cama y otras decoraciones sobre el escritorio que ya venía en el departamento.

A pesar de que se supone que me estaba desprendiendo de mi dinero no puedo explicar la forma en que me sentí exultante al comprar mi cama.

Es mía, la compré con mi dinero, mi trabajo. ¿Es ridículo sentirse de esta forma? Probablemente, pero no puedo evitarlo, así que solo vuelvo a arrojarme sobre ella cada vez que puedo, diciéndome que no debo tener miedo de dañarla porque es mía, nadie podría reprocharme el arruinarla.

Tal vez yo misma porque me costó el ahorro de semanas en la lavandería y horneando en las noches en Orlandfort, pero solo yo podría reprocharme.

Es casi mediodía y no tengo idea de la razón por la cual me desperté hace un rato, pero, como cada mañana desde que nos mudamos, simplemente me quedé mirando cada cosa que ahora conforma mi propio espacio.

No la casa de mis padres con las decoraciones que mamá eligió, no el departamento de Jack con los colores y diseños que ya estaban ahí cuando me fui a vivir con él, no la casa de Colton con sus pocas decoraciones que, aunque me parezcan agradables, no eran mi estilo por completo.

Mi espacio, decorado y organizado a mi gusto.

Me parece que es demasiado temprano cuando la puerta de entrada suena bajo unos nudillos tocando la madera, me pongo de pie cuando vuelven a tocar, no podía ser Colton porque estaba en un vuelo, llegaría a las cinco de la tarde y Naomi tiene sus llaves, no hemos traído a nadie más.

—Déjame entrar, me duelen los brazos.

—Hola, Kate, qué bueno que te animaste a venir, gracias, yo también te eché de menos mientras te hundías en tu trabajo —canturreo haciéndome a un lado para dejarla entrar.

Veo la manera en que se tensa luego de dejar tres cajas sobre la barra que separa la cocina de la sala y mirar alrededor. Por supuesto muy pocas cosas están perfectamente alineadas y nuestras decoraciones no son precisamente armoniosas, cosa que estoy segura de que es lo que acaba de notar.

—Hola, no había tenido mucho tiempo.

—Me sorprende que estés aquí a esta hora en realidad. ¿Qué pasa con el trabajo? —Balancea la cabeza vacilante mientras cierro la puerta, señalo a la sala—. Siéntete libre de mover y alinear la cosas, Naomi y yo no tenemos tan buen sentido de orientación.

Quédate otra nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora