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— ¿Escuchaste eso?, ¡podríamos ser padres! — sonrió en grande con la prueba apenas comprada entre las manos

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— ¿Escuchaste eso?, ¡podríamos ser padres! — sonrió en grande con la prueba apenas comprada entre las manos.

— Sería hermoso, un pequeño tú corriendo por la casa. — correspondió la sonrisa.

Subieron al auto y Carlos condujo hasta su departamento, ambos estaban emocionados por la posibilidad que les había dado el doctor Russell. Siempre habían soñado con formar una familia, y tal vez ése era su momento.

Eso era el vacío que había en su relación, a la vida le parecía que les faltaba un bebé en sus brazos.

Inmediatamente al llegar a su destino, Charles bajó a paso rápido y entró al edificio de apartamentos, subiendo casi a zancadas las escaleras, su esposo lo seguía de cerca. Abrió la puerta de su departamento y avanzó rápidamente al baño, cerrando la puerta tras de sí, dejando a un intrigado pelinegro afuera.

Con manos temblorosas por los nervios abrió la pequeña caja rosada, y después de leer las instrucciones de ésta, no esperó más para hacer el test. Quería saber ya si era verdad o no, si el cielo le había regalado una estrella, y mientras aguardaba la respuesta del aparato se mantuvo sonriendo. Le estaba gustando la idea de tener un bebé con parecido a él y al amor de su vida, le emocionaba ser padre.

Conocía perfectamente los riesgos a los que su familia estaba expuesta en los embarazos, puesto que había algo en su genética que les daba problemas para concebir. Cosa que aún no sabían con exactitud qué era aquel impedimento. Sin embargo, Charles tenía fe en que la suerte le sonreiría, igual que a su madre en su momento.

No deseaba pensar negativamente, tan sólo quería conservar su esperanza.

— ¡Es positivo, Mon Amour! — gritó saliendo del baño, dando saltitos de felicidad — ¡Seremos padres!

— ¿En serio tendremos un bebé, Ángel? — preguntó atónito.

— ¡Sí, mira! — la prueba reflejaba dos líneas rojas completamente dibujadas en el monitor.

Carlos aún no podía procesar lo que sus ojos veían, era algo demasiado bueno para ser verdad. Amaba a su esposo, y ahora tenía otro pequeño ser al cual entregarle su corazón incluso antes de conocerlo.

— ¡Te amo! — abrazó al menor, levantándolo del suelo para girar con él en brazos.

— ¡También te amo! — respondió correspondiendo el contacto.

Fue entonces que los malestares del día tomaron sentido, sí eran los primeros síntomas de la gestación. Lo único que les restaba saber, era cuanto tiempo llevaba Charles con ése estado.

Haciendo una penosa cuenta, lograron situar la fecha de concepción dos semanas atrás, cuando después de tener cada uno su despedida de soltero regresaron a casa, algo pasados de copas. Claro que no habían dormido casi nada aquella noche, sin pensar realmente en usar algún tipo de anticonceptivo.

Y ahora, ahí estaban dos semanas después, abrazados, con algunas lágrimas de felicidad recorriendo sus mejillas, y con la hermosa noticia de que formarían una pequeña familia muy pronto.

Definitivamente, ninguno se arrepentía de haberle restado importancia a la protección, porque lo consideraban una de sus mejores decisiones, o accidentes. Serían padres, y eso era lo que ahora más les importaba.

— Te cuidaré mucho, te compraré lo que se te antoje, me quedaré más tiempo en casa, lo prometo cielo. — dijo el mayor tomando las manos de Charles con la delicadeza de un caballero.

— ¿Te he dicho que eres el mejor chico del mundo?, porque lo eres. — sonrió aún más que antes.

— Basta, me sonrojas. — rieron ligeramente.

Al día siguiente ambos fueron nuevamente al consultorio del doctor Russell, para darle la noticia de que su diagnóstico había sido correcto. Además, necesitaban más información sobre los cuidados que se requería tener, y sólo él podría darles una explicación exacta.

— Así que dio positivo, felicidades. — sonrió al escuchar la novedad. — Ahora, tengo que decirles algo.

— Sé que es riesgoso, pero aún así quiero continuar con la gestación. — se adelantó a contestar — Hay esperanza de que salga perfectamente.

— Bueno, si ya tomaste tu decisión no voy a objetar. — sacó su tabla de notas — Así que pasemos a la explicación de lo que necesitas tomar.

Russell les escribió una pequeña receta, en la cual estipulaba el consumo obligatorio de ácido fólico a diario, dos veces al día. Además de ponerle restricciones a su dieta e ingesta de bebidas, quitando la cafeína, picantes, tabaco y alcohol definitivamente. Con la recomendación abierta de evitar alimentos ácidos.

Les agendó una cita mensual para poder monitorear que el embarazo fuera por buen camino en todo momento. Él al igual que la pareja, tenía la esperanza de que ése bebé naciera sin complicaciones.

Charles y Carlos aceptaron cada cosa que su doctor les indicó sin ningún reclamo, prometiendo seguir al pie de la letra toda la receta médica.

Sus ganas de ser padre eran mucho más grandes que el gusto de Charles por el café o el Ron, así que cumpliría con las restricciones impuestas, jurándose a sí mismo que su pequeño trozo de cielo estaría bien.

Sus ganas de ser padre eran mucho más grandes que el gusto de Charles por el café o el Ron, así que cumpliría con las restricciones impuestas, jurándose a sí mismo que su pequeño trozo de cielo estaría bien

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-Carlie

꒰ ୨ㅤ ¿Baby?: " Charlos" ‹3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora