El camino al poder

Avances

Albus Dumbledore observaba con horror el estado actual de Hogwarts. Su amada escuela, que durante tanto tiempo había sido un santuario de aprendizaje y paz, se había convertido en un campo de entrenamiento militar. Los terrenos, una vez llenos de risas y conversaciones triviales, ahora resonaban con el sonido marcial de botas marchando y órdenes en ruso. Desde la llegada de Harry Potter y los soviéticos, nada había sido igual.

A pesar de sus continuos esfuerzos por convencer a Harry de que enviara a sus escoltas de regreso a su patria, no había logrado mover al joven heredero. Harry, con su habitual frialdad y determinación, simplemente había desestimado todas sus preocupaciones. No importaba cuánto intentara razonar con él o cuántas veces apelara a la necesidad de mantener a Hogwarts como un refugio seguro para los jóvenes estudiantes. "Ellos deben entender la situación global actual," había dicho Harry con una calma inquietante. "Es su deber prepararse para el futuro, para el papel que jugarán en la reconstrucción de nuestro mundo."

Dumbledore no pudo evitar estremecerse ante esas palabras. Podía ver cómo los estudiantes de las escuelas invitadas se acercaban a los soldados soviéticos con curiosidad y admiración, agradeciéndoles su servicio y preguntando por las historias de los frentes de batalla. Lo peor, sin embargo, era que incluso los estudiantes de Hogwarts, aquellos a los que había jurado proteger de la oscuridad y la violencia, también comenzaban a acercarse. Con cada conversación, con cada pregunta, se acercaban más al abismo de la guerra.

Esto no podía seguir así.

Había intentado en vano hacer entrar en razón a Harry, pero el joven simplemente lo había ignorado. A Dumbledore le dolía admitirlo, pero desde la llegada de Harry Potter como el Mago Shadow, su influencia sobre él había desaparecido por completo.

Con el ceño fruncido, Dumbledore repasó los eventos que lo habían llevado a este punto. Había sido una serie de pequeños fracasos, de errores estratégicos, que ahora se acumulaban como un peso insoportable sobre sus hombros. Cuando Harry fue enviado a Azkaban tras el incidente de Yule, Dumbledore sabía que el joven era inocente. Sabía que un niño de su edad no podía haber cometido los crímenes de los que se le acusaba. Pero había dejado que el Ministerio siguiera su curso, viendo en ello una oportunidad. Harry Potter era un obstáculo en sus planes para Alexia Potter.

Desde la caída de Voldemort, Dumbledore había trazado un plan meticuloso para asegurar la supremacía de la luz. Alexia, la niña que vivió, era la clave. Con Harry fuera del camino, Alexia se convertiría en el faro de esperanza que guiaría al mundo mágico. A través de ella, Dumbledore consolidaría su poder, alineando a las familias Potter y Black bajo su mando. Con su apoyo y el de las instituciones mágicas internacionales, lideraría la lucha contra Voldemort cuando regresara. Sería recordado como el salvador del mundo mágico.

Pero entonces, todo se había desmoronado.

El destino, en su cruel ironía, jugó su mano. Las familias Potter y Black, lejos de someterse a su voluntad, se rebelaron cuando Dumbledore les impidió intervenir para ayudar a Harry. Luego, los elfos domésticos, en un acto que Dumbledore nunca había anticipado, encontraron y liberaron a Harry de Azkaban. No solo eso, sino que Harry resurgió como el Mago Shadow, un guerrero formidable, una leyenda viviente. Con un solo movimiento, el destino había destruido sus planes.

La guerra que siguió no fue una simple lucha entre el bien y el mal. Fue una guerra por la supervivencia misma del mundo mágico. Mientras las fuerzas de la Confederación Internacional de Magos y el Magicongreso intentaban mantener la línea, Shadow y su ejército privado, Shadow Garden, demostraban ser la única barrera efectiva contra las Bestias Oscuras y los elfos rebeldes. Los informes llegaban uno tras otro: Shadow era capaz de erradicar a las bestias con una facilidad que desafiaba toda lógica. Había leído esos informes con una mezcla de alivio y celos.