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No le daría muchas vueltas. Muchos de los que estaban dentro de este mundo tenían historias tristes, que comenzaron porque necesitaban dinero desesperadamente, que no tenían opción por un mal trato que hicieron, entre otras que eran un poco más oscuras como para contarlas.

Sergio no. Había tenido una buena vida, había crecido con una bonita dinámica familiar, buenos amigos y sus padres le habían pagado la carrera que él quería a pesar de que era una carrera muy pesada y demandante, sobre todo en México.

Comenzó la universidad entrando a los 18 años y podría decir que era como cualquier otro estudiante, pero la tenía un poco más fácil ya que las materias se le facilitaban, colocándose rápidamente en las listas de mejores estudiantes de la universidad. Aquello le abrió las puertas a una gran beca para seguir estudiando la carrera en otra universidad fuera de México, en Mónaco. Qué sin pensarlo mucho acepto, un poco triste pues se tendría que ir de su hogar que tanto amaba. Pero todo era por cumplir sus sueños.

Y así es como comenzó su vida como foráneo en uno de los lugares más caros, por no mencionar que su universidad era de aquellas lujosas que tenían casi puros estudiantes ricos, cosa que lo alejaba un poco de los demás por no poder permitirse muchas cosas, pero aun así tenía buenos amigos en aquel lugar.

Uno el cual se volvió su amigo más cercano se llamaba Carlos Sainz. Un español que también estaba estudiando leyes, pero que solo lo hacía por orden de su padre, quien quería que se encargara del negocio cuando se graduara y obtuviera un poco más de experiencia. Pero esto no era lo que Carlos quería hacer para toda su vida, aunque no se podía negar a los deseos de su padre.

La confianza entre ambos escaló rápidamente, en verdad les había ayudado mucho a ambos el tener a otro compañero que hablara español para el estrés de la escuela.

Después de un año de conocerse se habían vuelto muy unidos, Sergio ya consideraba a Carlos de esos amigos que eran más bien como "hermanos de otra madre" y sabía muy bien que Carlos también lo consideraba de aquella manera.

Creía conocer muy bien a Carlos... Pero cuando, en su cumpleaños número 21, le confeso que era un actor porno no pudo evitar escupirle en la cara por la sorpresa.

Y es que no era que Carlos no tuviera el físico o el carisma para ser un actor porno, no quería sonar muy homo... Pero sabía bien lo atractivo que era su amigo. Solo... Le sorprendió de más que lo dijera así tan a la ligera y tan abiertamente en aquel club que se encontraban.

A demás que no lo había dicho solamente por decir, lo estaba invitando a ser parte de la empresa para la que trabajaba. Con eso de que ahora ya era mayor de edad, según él, todo saldría perfecto.

Lo primero que se le cruzó por la cabeza era negarse. No necesitaba el dinero, la gran cantidad de dinero, que decía Carlos que pagaban... A demás de que sentía que no tenía los atributos físicos como para hacer dinero con su cuerpo. Pero aun así no pudo responder de inmediato y es que en verdad estaba considerando la invitación de Carlos. No por el dinero, no por la idea de coger con varias chicas y que le pagaran por aquello. Estaba considerando la idea de aceptar por la simple adrenalina que suponía el trabajo de un actor porno.

Le gustaba lo que estudiaba, sí, pero ya desde hace rato se sentía algo... rutinario. Despertar, alistarse, ir a la universidad, estudiar y los fines de semana salir de fiesta junto con Carlos y su grupo de amigos. Todo era una maldita rutina. Y Sergio odiaba las rutinas.