Tres flores

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- ¡Buenos días! ¿Qué tal mi chica favorita? Os he traído café y unos croissants, me da que ninguno ha desayunado, ¿o me equivoco? - Juanjo irrumpió en la floristería como todas las mañanas desde hacía un año. Dejó un beso en la frente de Chiara para apoyar seguidamente el desayuno que había comprado de camino. - Baby girl, estás guapísima. - La de ojos verdes se sonrojó, Juanjo se había convertido en una de sus personas favoritas en muy poco tiempo. - Qué belleza Kiki, qué cara tienes. - Apretaba las mejillas de la morena, sonriendo. 

- Juanjo, eres un peliculero. - Rio. - Tienes al jefe en el despacho, hoy no está de muy buen humor. - Bajó el tono de voz para evitar que Martin la escuchase. - Problemas con unos proveedores y ya sabes, se pone muy nervioso cuando algo falla. -

La floristería había sufrido algún que otro cambio durante ese año. Las redes sociales continuaban creciendo y el local cada vez era más conocido, por lo que, aunque la parte visible de la tienda continuaba manteniendo su encanto y siendo pequeña, el almacén se había expandido y ahora contaba con un despacho de verdad. 

Los vídeos ahora tenían un nuevo protagonista, y es que Martin había aprovechado el que Juanjo quisiese aprender sobre las flores para darle una vuelta al tipo de contenido y grabar juntos. Las redes se habían vuelto locas, lo que había sido positivo, pero eso generaba más trabajo y más estrés. Gracias a que Juanjo tenía un horario flexible y trabajaba desde casa, podía pasarse un par de horas al día a echarles una mano, cosa que hacía muy felices a ambos.

El mayor asintió, cogiendo el café y el croissant de la encimera, dirigiéndose a la parte trasera. Se encontró a su ya novio delante del ordenador, con el teléfono en la oreja, probablemente negociando con algún proveedor, intentando buscar una solución al retraso que había sufrido la mercancía aquella mañana, mientras con la mano libre tiraba del pelo del flequillo, ya frustrado. Vio unas manos posando un vaso lleno de café con leche de avellanas y un croissant a su lado, en la mesa, y automáticamente su humor mejoró un poco. No necesitó girarse para saber de quien se trataba, pues rápidamente esas manos estaban rodeando su cintura. Juanjo comenzó a dejar besos por la mejilla de Martin, esperando a que terminase la llamada.

- Hola mi amor. - Dejó un beso debajo de su oreja. - ¿Has podido solucionar? -

Martin se giró para dejar un suave beso en los labios de su pareja. - No, - suspiró frustrado - dicen que no pueden realizar la entrega, se les ha estropeado la furgoneta y las demás están ocupadas. Supongo que tendremos que sobrevivir con lo que sí ha llegado, pero nos quedamos sin rosas hoy. - Hizo un puchero en sus labios con el que Juanjo se derritió un poquito.

Juanjo se incorporó; había apoyado sus manos en el escritorio en el momento que Martin se había girado para estar más cerca de él. - Vale, dame la dirección del almacén que te suministra las rosas. - El menor lo miró extrañado. - Cojo la furgo y voy yo a recogerlas. - Martin abrió la boca para protestar, pero el más alto se lo impidió. - Calla, no me cuesta nada, y no puedes pasar todo el día sin rosas, es lo que más se vende. -

Martin se levantó. - No Juanjo, voy yo. Estando tú aquí puedes echarle una mano a Kiks con los clientes... - 

- No amor, has abierto esta floristería porque lo que más te gusta es atender a las personas, ayudarlas, y es así como eres feliz. Déjame hacer esto por ti. - Rodeó al menor, de nuevo, por la cintura. - En una hora estoy de vuelta, me encargo de descargar y te aviso cuando todo esté en su sitio. - Sus manos se deslizaron debajo de la camiseta de Martin, acariciando la curva de su espalda suavemente. El menor cerró los ojos, en señal de paz. Juanjo posó un beso delicado en el párpado de Martin, mientras continuaba acariciando su espalda.

La cabeza de Chiara asomó por la puerta del despacho. - Chicos perdonad, pero me vendrían bien un par más de manos ahí fuera. ¿Juanjo, vienes tú? -

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