Emma, apenas una niña, está en el asiento del copiloto de un auto, sus pequeñas manos aferradas al asiento de cuero. La noche es espesa, y el único sonido que escucha es el del viento que azota el exterior y el murmullo profundo del motor.
Laura, su tía, va al volante. Su rostro muestra una tensión inusual. Emma, pequeña y asustada, busca consuelo en la figura de su tía, quien le asegura suavemente que "todo estará bien." Pero en sus ojos, el miedo es inconfundible.
La escena se vuelve más oscura, y justo en el momento de mayor tensión, el sueño se rompe.
Emma despierta abruptamente, con el eco de la voz de Laura aún resonando en sus oídos. Jadea; su corazón late con fuerza en el pecho. Se encuentra en el cuarto de un motel al borde del pueblo, el mismo lugar al que había llegado la noche anterior.
Durante unos instantes, Emma permanece sentada en la cama, intentando procesar lo que acaba de soñar. El rostro de su tía aún se siente cercano, tan real que casi puede ver su reflejo en la ventana. Es como si el sueño le recordara algo esencial, algo que el tiempo no ha logrado borrar.
Se levanta lentamente, dirigiéndose a la ventana, y contempla el pueblo a través del cristal empañado.
Desde el estacionamiento, Emma contempla el lugar que ha cambiado poco desde las últimas veces que lo visitó de niña. En aquel entonces, todo parecía menos sombrío, lleno de una vida que ahora parece haberse desvanecido. Las calles están vacías, las casas parecen encorvadas por el peso del tiempo, y el aire está impregnado de una niebla espesa que se adhiere a los tejados como una presencia silenciosa.
La mañana es fría y opaca, y Emma siente un nudo en el estómago. Cada rincón del pueblo le devuelve una mirada cargada de secretos enterrados. Desciende por las escaleras del motel, sintiendo cómo cada paso la acerca a ese pasado que ha evitado, un pasado que no solo incluye a su tía, sino a una serie de incógnitas que ahora parecen palpables.
Sus pensamientos la llevan a un día soleado de su infancia, cuando Laura y ella estaban sentadas en un parque. Emma recuerda cómo su tía le enseñaba una canción, entre risas y caricias, y le hablaba sobre la importancia de los detalles que otros suelen pasar por alto.
Laura, siempre con su espíritu libre y creativo, le transmitía la curiosidad de ver el mundo más allá de lo evidente, y fue en esos momentos que Emma sintió un amor profundo y sincero hacia ella, como una segunda madre.
Emma abre su mochila y saca un pequeño diario desgastado, que ha guardado como un tesoro desde que lo encontró en una caja olvidada en el ático. Las páginas están cubiertas de entradas sueltas, algunas escritas con prisa, otras más reflexivas. En una página, hay una frase que ella subrayó hace años: "A veces, los lugares guardan más secretos de los que muestran."
Las palabras resuenan en ella con una intensidad inusual, como si Laura hubiera querido advertirle de algo antes de desaparecer. Este diario será su guía, su única conexión con los pensamientos de su tía antes de aquel fatídico día.
Emma guarda el diario y continúa su camino por el pueblo. De repente, nota que alguien la observa desde el otro lado de la calle. Es un hombre mayor, de aspecto desaliñado, con el cabello alborotado y una barba descuidada. Su mirada es penetrante y parece reconocerla, como si la hubiera visto antes.
Ella lo mira con curiosidad, pero antes de que pueda decir algo, el hombre murmura algo apenas audible y se aleja rápidamente entre las sombras.
Finalmente, Emma llega a la antigua casa de su tía, la cual le fue heredada antes de su desaparición, una propiedad que guarda recuerdos de su infancia. La fachada está envejecida, pero aún conserva la esencia de Laura. Con cada paso que da hacia la puerta, siente que está cruzando un umbral entre el pasado y el presente, como si al entrar a esa casa fuera a revivir cada instante que pasó junto a su amada tía.
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La noche que nadie recuerda
Mystery / ThrillerEmma regresa a Bramfield, el pequeño pueblo aislado donde su tía desapareció hace años sin dejar rastro. Cada cinco años, alguien más se desvanece misteriosamente, y los habitantes prefieren guardar silencio sobre el tema. Los pocos registros histór...