No podía volver a dormirme. El silencio de la noche se había vuelto insoportable y mi cabeza no paraba de pensar en lo que me ocurrió aquel día, aunque ya hubiesen pasado cinco años desde entonces. Me sentía como si las paredes, frías y oscuras, quisieran hacerme sentir acorralada. A veces me preguntaba si no sería eso lo que realmente ocurría: que el castillo entero, a pesar de la reina, siguiese rechazándome desde el momento en que lo pisé por primera vez. Me absorbía aunque fuese inevitable, como su caída a las sombras de aquel jodido precipicio. Mi hermana sólo tenía trece años, TRECE malditos años, parecía que al fin de cuentas, ese número sí que era una maldición o al menos para mí, que no paraba de consumirme su pérdida.
Las paredes de piedra, al menos, tenían una ventaja: me protegían del frío. Pero eso no era un consuelo o un alivio, porque aunque hubiese sólo una única persona a la que le importase en mi vida, mi corazón era hielo, incapaz de volver a sentir lo que realmente es la calidez. Ese era otro recordatorio de lo que me rodeaba: un refugio que a mis ojos parecía hermoso, pero que a mi alma le parecía vacío, donde cada rincón parecía estar marcado por el silencio.
Faelara, era una fae muy poderosa y era dueña de la magia de los bosques que nos rodeaban, era capaz de controlar la naturaleza que nos envolvía, pero también tenía grandes poderes de los que nadie hablaba y de los que jamás me ha querido contar. Supongo que si fue capaz de sacrificar todo y crear una barrera, se merecía el título que llevaba de nacimiento, ser la reina de Arbriel, el reino de los bosques. Aunque esa fuese su esencia, las temperaturas heladas no parecían importarle a la reina, que siempre se mantenía en su trono con una calidez que yo no lograba imitar, porque a fin de cuentas, acabé admitiendo con el paso de los años, que jamás podría sentir algo así. Su fortaleza era su mayor virtud, y su calor, aunque apenas pudiese permanecer en mi cuerpo por unos instantes más que unos segundos, era lo único que había recibido desde que la oscuridad se tragó mi vida.
Había pasado tanto tiempo... aunque parece que fue ayer. Sin embargo, la ausencia de su risa, su voz, su presencia, seguía siendo un peso constante, y la carga que llevaba encima cada vez aumentaba más su peso. La conexión con Faelara era fuerte, pero no lo suficiente para sentirme alguien en este mundo sin Aylin, mi pequeña hermana, sensible, pura luz, como indicaba su nombre. Mi dulce luz de luna.
A veces o siempre, para no mentir, seguía preguntándome si este era mi sitio. Había cosas que no habían cambiado después de todo.
<< Recuerda, hija mía, mi dulce Eirwen, cada vez que desees desaparecer, cada vez que pienses que desearías no estar más en este mundo, recuerda: si tú te vas, nadie podrá luchar por lo que perdiste, eres la única capaz de arrebatarle todo a él, de quitarle su mundo y cuando lo hagas, verás que estar viva fue la mejor decisión que tomaste. Destruye a Reyden y verás cómo tu vida vuelve a tener sentido>>.
Me levanté de la cama y caminé hacia la ventana. Esas palabras no dejaban de retumbar en mi cabeza, letra por letra, sin dejar ni un detalle. Sucedió unos meses más tarde, tras perder a Aylin. Quería realmente desaparecer, mi deseo era inimaginable, jamás quise tanto algo en mi vida, aquel sentimiento había sido constante por mucho tiempo. Nunca había deseado tanto algo con semejante intensidad, calculadora y desgarradora al mismo tiempo, lo recuerdo como si fuese ayer: Faelara me buscó aquel día.
<< Es la hora >> – me dijo, entregándome aquella daga – << de que aprendas a defenderte, de que te hagas cargo de ti misma, más fuerte, más letal>>.
Lo que ella no sabía, es que aquella arma era la que me impulsaría a hacer lo que tanto deseaba. Ese mismo día, me escondí en la penumbra de los bosques, era de noche y el silencio me rodeaba, estaba sola. Los árboles apenas emitían ruido por el viento y todo estaba oscuro, aquel día no hubo luna. Parecía el momento indicado, "qué poético" , ¿verdad?. Querer acabar con tu vida envuelta en plena oscuridad.
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OVER ME
Fantasy"Te odio, Reyden. Eres la razón de todo sufrimiento." "Dime, Espina, ¿por qué debería importarme tu dolor?" En un reino de sobras, Reyden, el rey oscuro, busca venganza mientras su corazón se consume en odio. Sin embargo, Eirwen es la única espera...