Prólogo.

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El azul del océano se extendía como una tela interminable, vibrante y clara, mientras Taehyung avanzaba flotando ligeramente en su camino. Los rayos de sol rompían la superficie del agua, haciendo brillar su piel pálida y lisa bajo la luz, resaltando las suaves curvas de sus brazos y el tono rojizo de su cabello que ondulaba como el fuego, iluminando su rostro de rasgos finos y curiosos. Era imposible no mirarlo dos veces, especialmente cuando aquella mezcla de timidez y determinación se reflejaba en sus grandes ojos almendrados, de un marrón profundo y cálido que parecía contener secretos de lo desconocido.

A su lado, su pequeño amigo Yeontan, un pez curioso y algo temeroso, nadaba apresurado mientras lanzaba miradas nerviosas a los oscuros abismos del océano que parecían rodearlos poco a poco.

—Tae, ¿seguro que debemos ir por aquí? —susurró Yeontan, moviendo sus aletas con rapidez y pegándose a Taehyung—. He escuchado... cosas de este lugar. ¡Es el límite! Y dicen que ahí habitan las sombras.

Taehyung soltó una suave risa, tranquilizando a su amigo. A pesar de las advertencias, había algo en esa zona, en esa penumbra tentadora, que lo llamaba.

—Vamos, Tannie, solo será un momento. Tal vez encontremos algún coral nuevo o... algo interesante, ¿no tienes curiosidad? —dijo, su voz llena de dulzura e inocencia, aunque en su pecho latía la emoción del peligro.

Pero mientras nadaba, algo cambió en el agua a su alrededor. La temperatura bajó de golpe y, aunque el sol aún brillaba arriba, el fondo marino parecía haberse oscurecido, como si una sombra gigantesca se moviera bajo ellos. Taehyung sintió un escalofrío recorrer su espalda y, sin saber por qué, su mirada comenzó a buscar alguna señal de peligro.

Entonces, las sintió. Un par de risas sibilantes y agudas resonaron en el agua, haciendo eco entre los corales y rozando la piel de Taehyung como un susurro burlón. Unas anguilas negras y sinuosas se deslizaron rápidamente a su alrededor, enredándose en círculos como si formaran una especie de barrera. Sus cuerpos oscuros y resbaladizos, con ojos que brillaban con malicia, no parecían dispuestas a dejarlo en paz.

—Vaya, vaya, el príncipe de los corales, ¿perdido en las sombras? —dijo una de las anguilas con voz siseante.

—¿Qué haces aquí solito, chico bonito? —añadió la otra, lanzando una risa que se desvaneció en el agua.

Taehyung frunció el ceño, un poco intimidado, pero intentó disimularlo. Sabía que no podía mostrar miedo, no frente a estas criaturas. Yeontan, en cambio, temblaba detrás de él.

—¡Déjenme en paz! —dijo Taehyung, tratando de sonar firme—. No estoy haciendo nada malo.

Las anguilas solo rieron más fuerte, sus ojos brillando con burla.

—Oh, pero alguien está interesado en ti, príncipe —dijo una, deslizando su largo y oscuro cuerpo junto a su brazo, casi rozándolo, en un gesto que le provocó un escalofrío.

—Y le encanta jugar con los curiosos como tú —susurró la otra, y ambas desaparecieron tan rápido como habían llegado, dejándolo confundido y enojado.

Sin pensarlo dos veces, Taehyung las siguió. No podía soportar que esas horribles criaturas lo molestaran y luego se fueran tan tranquilas, como si él no pudiera hacer nada al respecto. Pero a medida que avanzaba, la luz se desvanecía más y más, hasta que se encontró nadando en las profundidades, donde la oscuridad parecía devorar cada rayo de sol.

—Tae... vámonos, por favor —murmuró Yeontan, tan bajo que apenas fue audible.

—Tranquilo, solo un poco más. Quiero saber quién está detrás de esto —respondió Taehyung, aunque incluso él podía sentir su corazón latiendo con fuerza, una mezcla de curiosidad y un miedo inexplicable lo envolvía. Era como si alguien lo estuviera mirando, alguien que estaba esperando a que diera un paso más en esa penumbra abismal.

Deep temptation. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora