Capitulo Único

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Un jardín donde quienes en una vida anterior hicieron todo lo bueno, fueron buenas personas, amables, respetuosas, cariñosas con sus seres queridos. Aquellas personas eran el bien de esta sociedad. Aquel tipo de personas iban destinadas allí, después de la muerte lo que les esperaba era el jardín del sosiego, un lugar donde descansar durante su eternidad. Este lugar era protegido por ángeles o los botánicos

Por otra parte, estaba "el océano", o como muchos humanos lo llamaban el Inframundo. Lugar donde los pecadores, aquellas personas que no piensan en sus acciones: tales como asesinos, violadores, homofóbicos que solo prohíben derechos de las personas, corruptos... Había un lugar para todos aquellos. Este lugar era custodiado por los demonios o los marinos.

La sociedad difundió que después de la muerte irías al lugar donde perteneces, al jardín o al océano. Que ese lugar sería tu hogar desde ese momento hasta la eternidad. Yo creí eso hasta el día de mi muerte, aquel jueves de invierno.

Ese día, cuando me desperté, hacía mucho frío, más que de costumbre, y estaba cubierto todo de nieve. Me encanta la nieve y en mi ciudad no aparece muy a menudo. Ese día se tenía que aprovechar. Para hacerlo, decidí que iría al centro de la ciudad a beber un chocolate caliente y luego me iría al parque, donde me encontraría con mi mejor amiga, Clara. Cuando bajé, todo estaba hermoso, las calles cubiertas de blanco me parecían algo hermoso y fantasioso.

Mas tarde, después de beber un chocolate caliente en mi cafetería favorita, fui al parque de al lado. Mi parque favorito desde que era una muy pequeña, desde que tengo memoria. Al salir de dicha cafetería, podía ver a mi mejor amiga esperando por mí, en un banco cercano a la entrada. Yo me emocioné al verlo después de tanto tiempo. Me emocioné tanto que no pude ver el camión que venía dirección a mí a toda velocidad. Cuando me di cuenta, mi cuerpo sufrió un fuerte impacto por el golpe.

A partir de ahí todo era confuso. Sentía mi cuerpo muy pesado, como si me pusieran kilos y kilos de mantas encima de mí, pero a tal punto que era sofocante. Además de un molesto pitido que se escuchaba. Hasta que de repente ese pitido paró y pudo reinar el silencio después de minutos, horas o quizas días escuchando el pitido. Poco más tarde, dejé de sentir esa pesadez y pude sentir que era más liviana, más libre, menos sofocada y, a su misma vez, abrí los ojos.

Aquel lugar era algo digno de admirar, un jardín cuidado hasta el mínimo detalle, con flores hermosas por doquier, nunca antes vistas. Estaba situado encima de una plataforma y alrededor solo había agua. Parecía un lago, pero no podía verlo bien. Era simplemente hermosa. En el centro de aquel lugar se situaba una mesa y sentado en una silla una dama elegante. De traje blanco puro, tomando el café de una manera calmada. Parecía algo etéreo. Como si estuviera en el paraíso, en el cielo.

¿Cariño, ¿te encuentras bien? —dijo la dama desconocida

—-Sí. Exactamente, ¿dónde estoy y quién es usted?

Estamos en el jardín del sosiego, lugar donde las almas perdidas son enviadas para encontrar su camino después de la muerte.

Después de la muerte —dije susurrando sorprendida.-— ¿Cómo sabe usted eso?

Por tu accidente, claro. ¿Por qué si no?

A partir de ese momento recordé todo. El salir de la cafetería con frío, el ver mi amiga en el parque, el que un camión me atropellase...

Respecto a quién soy, no te lo puedo decir. Digamos que soy la guardiana de este lugar.

Me sentía algo menos confusa al saber dónde estaba, aunque un poco sorprendida. Estaba en el jardín del sosiego. Donde las almas buenas descansaban en paz durante el resto de la eternidad

¿Y dónde están los demás?

¿Quiénes?

Las demás personas benévolas

Cariño, aquí no hay nadie. Solo yo.

¿Entonces el jardín no es donde las personas descansan en paz si han sido buenas en su anterior vida y aquellas personas malas y egoístas vivían en el fondo del océano para pagar sus pecados?

No, cariño. Este solo es un camino de paso para almas perdidas como la tuya. No se que vuestra sociedad haya creado, pero eso no es verdad. Los humanos sois tan ilusos en creer que existe algo como vosotros llamáis "el cielo". Eso es puro invento de vuestra sociedad para vivir con una consciencia plena por vuestros pecados. No hay personas buenas y malas en este mundo. Todos los humanos son pecadores. Ni uno se salva. Nadie

Estaba sorprendida de lo que me dijo la guardiana.

¿Entonces, si no existe el cielo, por qué las personas somos buenas? No tiene sentido que lo seamos más. O por lo menos aparentarlo. ¿No lo cree, señora guardiana?

No, porque si no lo fuerais "personas buenas" como tú dices, ya os hubieses extinguido hace mucho sin la ayuda mutua que os dais los humanos. Pero tampoco existen las malas. Según vosotros, tu sociedad, cree que el jardín es para las personas buenas y el océano para las malas. ¿No es así?

Sí. - En el mismo momento veía cómo la guardiana se iba acercando más a mí. Estaba temblando y sentía la garganta seca, pero lo intentó disimilar. Por instinto al acto de la dama, yo fui alejando poco a poco. Hasta que llegue cerca del borde del jardín

Pero el jardín no puede vivir sin el agua. El jardín es gran parte plantas, pero también tiene un porcentaje pequeño de agua, la cual necesita para sobrevivir. Lo mismo le pasa al océano. Este es puramente agua, pero también, aunque muy en el fondo, tiene plantas que a su misma vez también forman parte del océano. Los humanos sois iguales, no hay buenos ni malos, todos sois una mezcla de buenos actos y malos actos que habéis realizado durante vuestra vida. Esto es lo que os hace ser humanos. Cada persona tiene su parte egoísta y su parte benévola, cada uno es diferente porcentaje, pero todos tienes esa característica. Simplemente, sois imperfectos y por eso mismo, como entenderás, no hay cielo para nadie. Solo infierno para todos. - dicho esto la guardiana me empujo con gran fuerza y me dejo caer en el profundo lago que era rodeado por jardín.

A partir de ese momento todo era silencio. Pero de repente empezó el dolor, era insoportable, no había sentido nunca un dolor tan inmenso, era como si me fuese deshaciendo poco a poco, mi piel, músculos, órganos... Solo quería que parara el dolor. Cuando paró, estuve tranquila durante un rato. En ese momento empecé a pensar sobre lo que dijo la guardiana. Sobre lo bueno y malo de los humanos. Sobe nuestra amabilidad, empatía, el trabajar duro, respetuosidad... pero también del egoísmo, imposición, de la fobia a lo diferente, asesinos, violadores... siendo víctimas y victimarios a la vez. Siendo buenos y malos. Siempre entre el cielo y el infierno. Entre el jardín y el océano.

Después de esto, mi ser, mi cuerpo, mi alma desapareció. Ya solo quedaba el recuerdo de mí. Pero mi cuerpo y mi alma no corrieron la misma suerte.

Cokkie

Entre El Jardín Y El OceanoWhere stories live. Discover now