Había una vez en un pueblo pequeño a los pies de una cadena montañosa, una chica llamada Poppy y un chico llamado Ramón. Poppy era conocida por su espíritu alegre y aventurero, mientras que Ramón, un joven sencillo y amable, tenía la sonrisa fácil y una mirada que transmitía paz. Desde el momento en que se cruzaron en una fiesta de verano, se sintieron atraídos, como si algo en ellos ya se conociera.Esa noche, mientras el resto de los invitados reía y bailaba, Ramón se acercó a Poppy bajo el cielo estrellado.
—Hola, ¿quieres bailar? —preguntó él, un poco nervioso.
Poppy sonrió, encantada.
—Por supuesto, Ramón. Estaba esperando que me lo pidieras.
Desde entonces, empezaron a verse a escondidas, lejos de las miradas curiosas y de los prejuicios de quienes no entendían su amor. Sin embargo, a medida que sus encuentros secretos continuaban, la familia de Poppy comenzó a sospechar. Su padre le dijo un día:—Poppy, quiero que te alejes de ese chico. No es bueno para ti.
Ella intentó defender su amor, pero sabía que sus padres no la entenderían.Una noche, mientras se encontraban a la orilla del lago, Poppy le confió sus miedos a Ramón.
—Mis padres nunca lo entenderán, Ramón. Piensan que tú... —Poppy suspiró, apretando los labios—. Que no eres adecuado para mí.
Ramón le tomó las manos y la miró con ternura.
—No tienes que elegir entre tu familia y yo, Poppy. No quiero que sufras. Pero... —Ramón la miró con una chispa de esperanza—. ¿Y si escapamos juntos? ¿Y si empezamos una vida donde nadie pueda separarnos?
Poppy sintió que el corazón se le aceleraba, pero dudaba.
—¿Escapar? No lo sé... ¿Crees que podríamos hacerlo?Ramón asintió con seguridad.
—Claro que sí, Poppy. Te prometo que haré que esta historia tenga un final feliz, como en los cuentos.
Al amanecer, decidieron encontrarse en su lugar especial, un viejo roble que había sido testigo de su primer beso. Sin embargo, cuando Poppy llegó, vio a Ramón esperándola de rodillas, sosteniendo un pequeño anillo dorado.
—Ramón... ¿qué estás haciendo? —preguntó ella, sorprendida.Él la miró con los ojos llenos de amor.
—Poppy, no quiero que nuestra historia sea una de dolor y despedidas. Quiero que seas mi amor para siempre. ¿Te casarías conmigo?
Ella sintió las lágrimas brotar, una mezcla de felicidad y emoción.
—Sí, Ramón. Sí, mil veces sí.
Sin mirar atrás, tomaron sus manos y emprendieron juntos un camino lleno de esperanza. Poppy y Ramón demostraron que su amor era más fuerte que los prejuicios, y así, encontraron su "final feliz," el que ellos mismos habían escrito.
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"One-Shot" Music Broppy
RandomPequeñas historias, inspiradas en canciones de varios artistas