Capítulo 1

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Capítulo 1

EN EL PASADO...


Después de un par de idílicas semanas vividas en Playa del Carmen, Liliana se hallaba en el vestidor de una prestigiosa boutique en la ciudad de México, acompañando al prestigioso abogado Santiago Moya, quien estaba apoyando al señor Paolo Rossetti con el cierre de negociaciones para una futura cadena hotelera que planeaban abrir en el estado de Quintana Roo, luego partirían a Hawái a concretar su siguiente proyecto del año.

El guapísimo y talentoso joven la dejó vigilada por dos guardaespaldas para que comprara lo que deseara mientras que él se ocupaba de los asuntos del club, la principal razón por la que estaba viajando a México después de sus cortas vacaciones en la Rivera Maya. Santiago jamás viajaba solo, le encantaba estar rodeado de mujeres arriesgadas y esculturales que saciaran su temperamento febril, y la complicidad que existía con la pelinegra desde el día que puso sus ojos en ella, hacía que fuera la primera en su lista de diosas predilectas a quien llamara.

La diosa más guapa y despampanante de todo Goddess Society, tenía un par de semanas escoltando a Santiago Moya, la mano derecha de Rossetti: director y socio mayoritario. Se sentía más que extasiada y feliz por tener la oportunidad de visitar todos esos lugares exóticos y bellos, que, jamás, ni en sus sueños, imaginó conocer y mucho menos ser tratada como la dama en la que se había convertido durante todos esos años gracias al apoyo de aquellos hombres poderosos. No era ingenua, estaba ahí por su cara bonita y su cuerpo voluptuoso, sin embargo, ella era mucho más inteligente de lo que les hacía creer, y desde el primer momento en que se aventuró a vivir ese estilo de vida, se enfocó en aprovechar cada instante para sacar lo mejor de ese consorcio mientras durara la experiencia de ser una de las quince chicas de la sociedad.

Hasta ese día se sentía satisfecha con lo conseguido. Tenía una cuenta bancaria considerable, era la única que había logrado obtener que el pent-house donde vivía en Madrid estuviera a su nombre, al igual que el auto BMW último modelo que manejaba, todo, por supuesto, cortesía de la sociedad élite más importante del mundo.

Liliana llevaba una muy buena relación con Santiago, pues compartían la misma pasión por la legislación, aunque ella no ejercía la profesión que estudió gracias a la sociedad. La chica, en ese momento, se encontraba enfocada de tiempo completo en las Diosas, sin embargo, disfrutaba cuando casualmente Moya le pedía su opinión sobre algún caso en el que estuviera trabajando, era curioso cómo esos dos amantes disfrutaban enredándose desnudos sobre las sábanas después de debatir sobre el tema, aunque siempre olvidaran por completo todo lo platicado al llegar a la cama, pues terminaban enfocándose en consumir otra de las tantas pasiones que compartían, el SEXO sin titubeos, desenfrenado y liberal.

La pareja de amantes sabía cómo dejar de lado cualquier hipótesis que pudiera salir a colación durante el momento compartido, ya que el casanova al final del día siempre terminaba haciendo lo que le venía en gana, sin tomar en cuenta las opiniones de los demás.

Unos golpes en la puerta la hicieron respingar del susto, pues se encontraba muy concentrada tratando de subir el cierre lateral de un vestido precioso de coctel color cereza que le llegaba hasta el muslo. Era perfecto para la cena que tendrían esa misma noche, necesitaba encontrar un atuendo adecuado para la velada que la sociedad ofrecería para ellos. —¿Sí? —preguntó en tono casual, pensando que quien se encontraba al otro lado de la puerta era la dependienta que se hallaba ayudándola con las prendas que se disponía a adquirir aquella tarde.

—¡Abre la maldita puerta y déjame entrar! —demandó una voz ronca y varonil, que era en esos momentos, ya muy conocida por la pelinegra, la cual la hizo sonreír con complicidad.

Mala SanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora