PROLOGO

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La ley de Coulomb, en su forma simple, dice que los polos opuestos se atraen. Es una verdad científica que describe la danza invisible entre fuerzas contrarias, una atracción que parece inevitable e irrefrenable. Pero, a veces, esas fuerzas opuestas pueden estar representadas como personas. El magnetismo no es fácil de entender, y la atracción no es solo física, no siempre es inmediata ni pura. Es como el roce de dos imanes que, a pesar de la tensión, al final ceden a la inevitabilidad de su conexión.

En términos más reducidos, la ciencia nos dice que las fuerzas opuestas no sólo se sienten, si no que se atraen con una intensidad que desafía la lógica, con una fuerza extraña que atrae a los opuestos a un tornado de intensidad y tensión cada vez que estos se encuentran... a veces, la naturaleza humana funciona de esta manera.

Porque, al final, no siempre es la lógica lo que mueve el universo. A veces, es el magnetismo del corazón, ese que desafía la ley de atracción y nos arrastra, inevitablemente, hacia lo que necesitamos más de lo que queremos.

Según la ley de atracción, las cargas opuestas se atraen con una fuerza irresistible, y eso no era algo que un ser humano pueda evitar o ignorar.

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