Horacio × Hamlet (Hamlet fanfic hormonal alert)

cuando el sol cierra los ojos

El frío calaba en los huesos, y sin embargo, Hamlet sentía un calor extraño al ver a Horacio, su amigo de toda la vida, acercarse bajo el cielo gris de Dinamarca. Estaba allí, tan cerca, tan presente, cuando todos parecían haberle fallado, incluso él mismo. Su padre, su madre, su tío... Nadie parecía querer la verdad, nadie más que Horacio, que le miraba siempre con esos ojos intensos, leales, capaces de sostener cualquier tormenta.

"Mi príncipe," susurró Horacio con esa suavidad que Hamlet siempre encontraba inexplicablemente reconfortante. "He visto tus tormentos y llevo contigo el peso de tus penas."

La voz de Horacio era suave, y en la forma en que se acercaba, Hamlet sentía su aliento a escasos centímetros. Algo en su pecho latió, fuerte y desconcertante. No era dolor. Era algo diferente, algo cálido que se negaba a ser ignorado. Quería decir algo, algún comentario irónico o una frase de desprecio a su propio dolor, pero las palabras se le atoraban.

Sin pensarlo, Hamlet posó una mano en el hombro de Horacio y notó cómo su amigo contenía la respiración, los labios entreabiertos, expectantes. "Nunca te dejaré solo, Horacio," murmuró Hamlet, "no mientras esté aquí y haya verdad que decir. Ni siquiera el dolor... ni la locura pueden apartarme de ti."

Los ojos de Horacio brillaban. No eran las palabras de Hamlet lo que le conmocionaba, sino el tono de su voz. Aquella voz temblorosa, sincera, más vulnerable que nunca. Fue entonces cuando Horacio, en un impulso tan silencioso como el viento, acercó sus labios a los de Hamlet, apenas rozándolos, buscando respuesta en su mirada. Hamlet cerró los ojos, y el frío pareció desaparecer.

Ahí, entre la penumbra de la noche y los ecos de los fantasmas del pasado, Horacio y Hamlet se fundieron en un beso tan callado como eterno. Tal vez era el comienzo de algo prohibido en la corte, algo que el mundo no perdonaría, pero allí, en la soledad, solo importaba ese instante donde se sentían verdaderamente vivos.