Los pasillos de Elsinor estaban oscuros y fríos, pero los pasos de Hamlet resonaban, firmes y rápidos, mientras avanzaba hacia las habitaciones de Horacio. Su corazón latía desenfrenado, una mezcla de ira y deseo recorriéndole la sangre. Esa noche había sido otra más de gritos y traiciones, y él ya no podía más. Necesitaba algo real, algo que ardiera y consumiera esa furia que le devoraba. Necesitaba a él.
Cuando Hamlet llegó a la habitación, abrió la puerta sin tocar. Horacio alzó la vista, sobresaltado. Al ver el rostro de Hamlet, con los ojos oscuros, febriles, y los labios apretados, no tuvo tiempo de preguntar nada antes de que su príncipe cerrara la puerta y se abalanzara sobre él, como un fuego desbocado.
"¿Hamlet?" murmuró Horacio, sin saber si aquello era un sueño o una locura. Sus manos temblaban, y al rozar la piel de Hamlet sintió una descarga recorrerle el cuerpo. "¿Qué estás...?"
Pero Hamlet le interrumpió, poniendo una mano en su nuca y atrayéndolo hacia él con una pasión que lo quemaba vivo. "No hables," susurró Hamlet, con una voz grave que hacía eco en el silencio. "Esta noche… no quiero pensar."
Las palabras se le atoraron en la garganta, y Horacio no pudo resistir. Sus bocas se encontraron, al principio con torpeza, luego con una urgencia que no dejaba espacio para la duda. Hamlet lo empujó contra la pared, su respiración era pesada, sus manos recorriendo la espalda de Horacio, como si al tocarlo pudiera ahogar todo el dolor, toda la furia. Era una lucha, una rendición, y al mismo tiempo, era algo que siempre había estado ahí, escondido entre miradas y secretos jamás pronunciados.
Horacio sintió las manos de Hamlet en su cuello, bajando por su espalda, apretándolo más fuerte, más cerca. Cada centímetro de piel encendida por el roce. Era demasiado, y sin embargo, no era suficiente. Horacio deslizó una mano por el rostro de Hamlet, absorbiendo cada gesto, cada jadeo, como si de ello dependiera su propia vida.
"Te odio," murmuró Hamlet, pero su voz traicionaba lo contrario. Sus labios buscaban los de Horacio, los recorrían con una devoción peligrosa. "Te odio porque no puedo dejar de pensar en ti, Horacio... porque tú eres lo único que me mantiene cuerdo en medio de esta locura."
Horacio apenas pudo contener una sonrisa, atrapado entre el deseo y el dolor que veía en los ojos de Hamlet. "Entonces que esta noche," susurró, pegando sus labios a la oreja de Hamlet, "nos perdamos en esa locura juntos."
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Horacio × Hamlet (Hamlet fanfic hormonal alert)
HumorTodo lo hice con chat GPT, no me hago responsable del cáncer UwU, esto surgió por una broma con un amigo después de que nos pusieran a leer Hamlet en la escuela