𝐒𝐩𝐢𝐝𝐞𝐫𝐟𝐫𝐨𝐥𝐚

350 68 12
                                    

16 de diciembre

Cuti no sabía que iba a tener visitas aquel día. Quizás debería haber considerado los días anteriores, en los que Lisandro se había aparecido en su departamento sin comentarle y se la habían pasado... bueno.

Pero supuestamente, Licha tenía cosas que hacer ese día y no podía ir a verlo. Quizás se había hecho un espacio entre todo lo que tenía que hacer, quién sabe.

Sin embargo, cuando abrió la puerta, Enzo estaba parado frente a él.

—¿Hola? —lo saludó Cristian, y Enzo, como pancho por su casa, lo movió a un costado y entró al departamento. —¿Estás bien?

—Sí. Tranqui, por suerte, contento. —Dijo, y como para mostrar su emoción sonrió.

Cuti no estaba acostumbrado a ver a Enzo tan radiante, por así decirlo. Parecía que desde que salía con Julián había encontrado bastantes razones para dejar de ser mala onda y alegrarse. Era lindo de ver.

—No quiero sonar mal, viste... Pero, ¿qué haces acá? —preguntó cuando vio que Enzo parecía querer quedarse.

—Necesito pedirte un favor.

Uh, dios.

—¿Qué cosa?

—Viste que está llegando Navidad...

—Aja.

—Y te quería pedir que me enseñes a cocinar algo, para dárselo a Julián. —Dijo, y rápidamente, notando lo que dijo, cambió de tema. —En realidad es para llevar a la mesa dulce, onda, todos podrían agarrar, pero...

Cuti levantó la mano para que deje de hablar. Suspiró pesadamente, y pasó una mano por el puente de su nariz.

—Mostrame, a ver. —Le pidió, y Enzo asintió con la cabeza. Cuti se acercó y vio sobre su hombro cuando la imagen apareció en la pantalla. —¿Ves? Esta piola, una spiderfrola. —Dijo con algo de entusiasmo en el peor inglés posible.

El cordobés asintió. El tema no era que estaba fea o nada de eso, el tema era que iba a ser un dolor de huevos hacerla, más cuando había que cocinar de a dos, y Enzo quería aprender a hacerla específicamente para sorprender a Julián.

Cuando Enzo vio la cara que puso su amigo, sacó todos los trapos porque no le iba a dar otra opción a Cuti además de ayudarlo. Si necesitaba chantajearlo, que así sea. 

—Dale, pelotudo. Haceme la gamba en esta. —Le pidió, rodando los ojos. Cristian lo miró no muy convencido, sus labios apretados en una línea. —A Lisandro le haces tortas cada dos por tres porque, ah... respira, nunca te pedí nada, solo necesito tu ayuda. Me enseñas una receta, la hacemos juntos, y después la hago yo, en casa, para Navidad. Seguro me queda más fea, pero solo te pido que me enseñes una vez. Dale... ayúdame a hacer esto.

El cordobés lo miró. Iba a meterse y decir que a Licha le hacía cosas porque lo quería, porque le gustaba cocinarle cuando él no podía ni hervir el agua para los fideos, y disfrutaba ver su cara cuando recibía algo que venía de él, pero no dijo nada.

En su lugar, resopló.

—Te voy a ayudar. La hacemos dos veces y después te la dejo a vos. —Avisó, y Enzo sonrió mientras entrecerró los ojos, tuvo suerte, lo había logrado convencer. —Te llevas la receta, y listo. ¿Dale?

—Sí. Perfecto, gracias. —Le agradeció. —Después te la devuelvo.

—No hace falta, tenés razón, podría hacer algo por vos de vez en cuando.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

EXTRAS CARREFOUR ~ au julienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora