el comienzo

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Era una tarde de lluvia en la ciudad, y valentina no tenía prisa por llegar a casa. Decidió refugiarse en un pequeño café en una esquina del centro. El lugar parecía salido de otra época, con sillas de madera, paredes cubiertas de fotografías antiguas y un aroma a café recién molido que llenaba el ambiente.

valentina tomó asiento junto a la ventana, observando cómo las gotas de lluvia corrían por el cristal. Mientras esperaba su café, se dio cuenta de que en la mesa frente a ella había un hombre leyendo un libro. Su mirada estaba completamente absorta en la lectura, como si no existiera nada más a su alrededor. Intrigada, trató de ver el título, pero él lo sostenía de forma que era imposible distinguirlo.

valentina se concentró en su café, pero no podía evitar mirar al hombre de vez en cuando. Algo en su expresión, la forma en que pasaba las páginas, la atrapó. Finalmente, él levantó la vista, y sus ojos se encontraron. Ambos sonrieron tímidamente, como si se entendieran sin necesidad de hablar.

"¿Te gusta leer?", preguntó él, rompiendo el silencio. valentina asintió y él le mostró la portada de su libro: Cien años de soledad. Conversaron sobre literatura y descubrieron que compartían muchas historias y autores favoritos. A medida que avanzaba la conversación, sus risas llenaban el lugar y la tarde se convertía en un recuerdo eterno para ambos.

La lluvia cesó y, mientras se despedían en la puerta, él le preguntó si le gustaría repetir el café alguna vez. Ella sonrió y le pasó un papelito con su número de teléfono. No sabía si volverían a encontrarse, pero algo en su corazón le decía que ese no sería el último café que compartirían.

Los días pasaron, y el teléfono sonó. Era él. Su nombre era Santiago, y pronto descubrieron que en ese pequeño café de la ciudad, entre el aroma del café y las viejas fotografías, había comenzado una historia que ni ellos mismos podían imaginar.

el café de los encuentrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora