prólogo

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Prólogo.

Miraba la ventana como quién miraba algo que no había visto nunca, pero no era el hecho de la ventana en si, sino la nieve.Esos pequeños copos que caían de cielo, nunca los había visto puesto que en Anfydredd no nevaba nunca, jamás los habitantes de ese pequeño pueblo habíamos sido bendecidos con algo más que no fuera el cruel sol que cubría todas las estaciones del año.
Perdido en mis pensamientos hago chocar mi pálida frente contra el cristal frío de la ventana, sonriendo por la imagen de mis cabellos, muy abundantes y de un color negro noche,apoyados en la superficie de vidrio, cómo burlándose de los copos pálidos de afuera.Miré mis largos dedos, blancos cómo la nieve misma.
Muchas personas habían reparado en mi piel a lo largo de mis pocos años, ya que era extremadamente pálida cómo para vivir en un pueblo donde el sol siempre se encontraba en su máximo esplendor. Mi madre tocó mi hombro, no entendí al momento que me indicaba que habíamos llegado a nuestro destino. Coloqué mis audífonos bajando del taxi, sonreí a mi madre para después llevar mi vista a lo que sería mi casa de ahora en adelante.

–Mañana puedes entrar a la escuela.–dijo ella.

Con esa voz que sabía que estaría allí para mi siempre, me comprimió el pecho unas ganas irreales de llorar, pero dejé que se me apretujara esa parte a la que todos llaman corazón y asentí, yo no sabía si estaría mucho más tiempo con ella.

El chico de AnfydreddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora