El sonido de mi alarma cortó el silencio de la mañana, y en cuanto la escuché, abrí los ojos con flojera. Me quedé unos segundos observando el techo blanco impoluto de mi habitación. La luz del sol entraba suavemente a través de las cortinas, iluminando el suelo de madera clara con precisión. Es exactamente el tono que elegí para este espacio, ni demasiado oscuro, ni demasiado claro, pero cálido. La habitación estaba siempre en orden, y la organización me daba una paz que era difícil de explicar.
Me estiré con desgano, y al instante escuché el sonido de unos pasos suaves fuera de la puerta. Un suspiro escapó de mis labios; Winston, el mayordomo de la casa y mi... Ayudante personal. Como siempre, esperando que me despierte.
—Buenos días, joven Jaden. —La voz de Winston era firme y respetuosa, pero tenía ese toque suave que sólo los años de experiencia le dan.
—Buenos días, Winston. —Mi respuesta es breve, más por costumbre que por cortesía. Aunque aprecio todo lo que hace por mí, la verdad es que no suelo hablar mucho con él.
La puerta se abrió de par en par, y en un movimiento preciso, Winston entró con una bandeja de desayuno. El aroma de los croissants frescos y el café recién hecho llenan la habitación. Colocó la bandeja en la mesa junto a la ventana, y comenzó a hablar de manera educada sobre las tareas que debía que hacer en el día. Yo apenas lo escuchaba, mis ojos ya se habían posado en la cama, que, aunque ya estaba hecha, no estaba completamente perfecta. Eso me molestó un poco.
—Winston, ¿podrías...? —Mi tono fue suave, pero decidido. —¿Podrías ordenarla de nuevo? Un poco más... alineada, por favor.
Él asintió sin decir una palabra, y al instante comenzó a alisar las sábanas con una precisión que sólo alguien como él puede tener. No es que sea una exigencia grande, pero a mí me gusta que las cosas estén donde deben estar, que todo siga su curso sin interrupciones. La cama, las cortinas, las alfombras, las lámparas: todo tiene un propósito, y todo debe estar exactamente como se dejó la noche anterior. No puedo soportar el desorden.
Mientras Winston trabajaba en lo de la cama, yo me levanté lentamente y me dirijí al baño, sin apresurarme. En mi reflejo estaba la misma imagen de siempre: mi cabello castaño perfectamente peinado, la camisa impecable, el rostro sin una sola arruga, claro está. Siempre me esfuerzo por verme de la mejor manera, aunque hoy, como todos los días, el esfuerzo es casi automático. No me cuesta, porque he aprendido a que todo se haga sin esfuerzo.
Revisé si no tenía lagañas en los ojos ámbar. Me enjuagué la cara y me la sequé con el paño que tenía en el baño.
Cuando regresé, desayuné en silencio en el balcón de mi habitación, donde había una mesita blanca con sus sillas, mientras observaba la pantalla de mi teléfono. Noticias, redes sociales, fotos de gente, en su mayoría desconocidos, intentando aprender algo que nunca podrán alcanzar. Y yo, aquí, con una vida perfecta a la que solo le falta... algo. Pero no sé qué es. Tal vez es esa sensación vaga de que a veces, todo esto parece más una fachada que una realidad. Pero bueno, es lo que hay.
Cuando terminé, me levanté y caminé hacia el vestidor. Era un vestidor enorme, más grande que algunas habitaciones de la casa. La ropa estaba perfectamente organizada, con todo en su lugar, todo alineado por colores y estilos. Es un lujo, lo sé. La ropa, los zapatos, las corbatas; nada está fuera de lugar.
En ese momento, los pasos de Winston me avisaron de que la cama estaba lista nuevamente.
—Listo, joven Jaden. —Dice él, y me suelta una leve sonrisa.
Yo asentí, sin mirarlo, y comencé a vestirme. La rutina no cambia nunca. Es siempre lo mismo. Primero los pantalones, luego la camisa, la corbata, el reloj. Nada de sorpresas. Nada de alteraciones. Me paré frente al espejo un instante más, comprobando que cada cabello estaba en su lugar, que el conjunto está perfecto.
Al salir de la habitación, me encontré con el desayuno de mis padres ya preparado en el comedor, y un par de empleados más que se encargaban de asegurar que todo estuviera en su sitio. Como siempre, los saludé con un gesto corto y frío, nada más. Ellos estaban aquí para hacer su trabajo, y yo sólo soy el joven Jaden, el hijo que nadie parece necesitar hasta que es hora de ocupar un lugar en la mesa o firmar algún papel. Es extraño cómo la gente parece estar siempre ocupada. Es como si mis padres fueran más una idea abstracta que personas reales.
Al llegar a la mesa, ellos estaban ahí, elegantes como siempre. La conversación era superficial, como de costumbre. Hablaban de los negocios, de las oportunidades, de lo que tengo que hacer en la ''escuela''. Mi madre mencionó algo sobre un nuevo tutor de matemáticas, y mi padre apenas asintió desde el final de la mesa. Apenas nos miramos a los ojos. La verdad es que apenas hablábamos más de lo necesario.
Después de un rato, los dos se levantaron, casi simultáneamente, con prisa, como siempre. Apenas me despidieron con un «nos vemos más tarde» y salieron de la casa, cada uno atrapado en su propio mundo. Yo, por otro lado, me quedé ahí, sentado en mi lugar, observando mi otro desayuno a medio terminar, sin ganas de continuar con el día. Todo está tan perfecto, tan planeado, pero... ¿Por qué, entonces, me siento tan aburrido? Entonces lo recordé. No había subido mi última foto matutina, ¡Claro! Eso era diario, ¿Cómo pude haberlo olvidado?
Salí al balcón del tercer piso, chequé el mejor ángulo para que mi rostro saliera perfecto.
CLICK.
Revisé la foto. Estaba... bien, supongo, nada del otro mundo. La de ayer había salido mejor, a decir verdad.
Suspiré y volví a entrar.
—Joven Jaden— era Winston de nuevo.
—¿Mm?— yo seguía viendo mi teléfono, pensando qué haría todo el día. Era sábado, no tenía lecciones ese día.
—Sólo para recordarle que el día de mañana debe asistir a la sesión de fotos familiar.
—Ajá, gracias Winston.
Él asintió y se retiró a seguir con su trabajo habitual.
Presentí que ese día sería sumamente aburrido... Quizá podría comprar algunas cosas. Me faltaba ropa para la foto de mañana. No me gusta repetir conjuntos de ropa a diario.
—Winston— tan sólo chasqueé los dedos, y él ya estaba detrás de mí.
—¿Sí?
—Necesito que llames a GAP de nuevo. Ah, y que vengan lo más rápido posible.
—Así será, Joven Jaden.— Winston se retiró de nuevo a hacer la llamada. Bueno, el dinero no era ningún problema, tal vez pueda comprar algo más que ropa.
De mientras me quedé sentado aún checando mis redes sociales, repletas de fotos mías, de mi casa o de los viajes que hacía. No me importaba para nada las vistas o likes que tenía, son puros desconocidos, ¿Para qué iba a importarme su opinión? Tampoco es que tenga muchos seguidores o likes, no me interesa eso.
—Llegarán en unos momentos, Joven Jaden.— Anunció Winston pasados unos minutos.
—De acuerdo. Gracias.
Ya sólo quedaba elegir la ropa, un par de accesorios y listo. A lo mejor vea una película después, o lea un libro, no me importa mucho al verdad. No me daban ganas de salir. Después de todo, era otro día normal.
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|Paleta de Emociones|
Teen FictionPara Jaden la vida era sumamente fácil, sólo debía llamar a un sirviente, ¿No? Sin embargo, al notar que su hijo está en peligro de convertirse en alguien arrogante, los padres de Jaden deciden mandarlo a una escuela finalmente, donde tendrá que apr...